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La Virgen de Ger

Publicado por Laura Prieto Fernández

La imaginería mariana es, junto con la figura del Crucificado, las tallas más comunes en la imaginería románica y en especial de todo el siglo XII. Si bien es cierto que existen exquisitas en las que la Virgen ha sido tallada con una delicadeza especial, lo más común en esta época es encontrar tallas más bastas que procedían de pequeñas iglesias del entorno rural. Así la obra que aquí analizamos y que lleva por título la Virgen de Ger, procede de la iglesia parroquial de Santa Coloma de Ger aunque en la actualidad se puede observar en el Museo de Nacional de Arte de Cataluña después de que el obispo de Barcelona la mandase trasladar desde Ger hasta su palacio episcopal en Urgel.

Según los expertos la obra podría datar de la segunda mitad del siglo XII y se trata de una pieza exenta o de bulto redondo realizada en madera de álamo; como era común en la época la tipología de la madera fue elegida en función de la disponibilidad del material y posteriormente la talla fue pintada en vivos colores para otorgar realismo a la composición. En este sentido debemos señalar que, en realidad, no nos encontramos ante una pieza tallada en un único bloque, sino que se trata de dos bloques independientes, uno que se corresponde con la figura de la Virgen y el otro para la figura del Niño.

La Virgen aparece como trono de su Hijo, son dos figuras en las que se hace patente la falta de naturalismo con formas muy alargadas y poco realistas. María aparece vestida con un manto rojo floreado en amarillo y una túnica de color verde mientras que, el Niño Jesús aparece ataviado según la moda romana, con túnica y manto de color amarillo. Ambas figuras debían de llevar nimbos en su cabeza pues solo así se explican las perforaciones en la parte trasera de sus cabezas. La Virgen actúa como Theotronos, es decir como el trono en el que se apoya su hijo. En Niño sujeta con su mano un libro en el que se puede apreciar la frase latina Ego Sum, que se traduciría como Yo Soy. Está claro que la obra procede de los modelos bizantinos de Sedes Sapientiae o Trono de la Sabiduría.

Las figuras son hieráticas y no hay gesto de cariño alguno entre la Madre y su Hijo al igual, que se impone una distancia entre la obra y el espectador; paulatinamente la talla románica irá evolucionando hacia formas más naturalistas en la época gótica.