Venida de la Virgen de Pablo Serrano
En los grandes templos estamos acostumbrados a ver obras de temática religiosa con varios siglos de antigüedad. Sin embargo, hoy queremos mostrar una enorme obra escultórica del siglo XX situada en la fachada principal de un templo tan relevante como la Basílica del Pilar en Zaragoza. Nos referimos al altorrelieve que realizó el escultor de vanguardia Pablo Serrano en el año 1969 y que tiene como tema la Venida de la Virgen.
Su ubicación no puede ser más privilegiada ya que está en el centro exacto de la principal fachada de templo, la cual alcanza los 130 metros de largo. Pero a su emplazamiento privilegiado hay que sumarle que destaca por el color blanco de la piedra caliza en la que se talló, un color que llama la atención en una gigantesca fachada donde predomina el tono ocre del ladrillo.
Como ya hemos dicho, la escena representa la creencia popular de que la Virgen María llegó a Zaragoza en el año 40 y llevaba consigo una columna de jaspe. De manera que se presentó así al Apóstol Santiago que andaba por España convirtiendo a nuevos fieles (no hay que olvidar que fallecería en Santiago Compostela). El caso es que con esa columna, la Virgen ordenó la construcción de una iglesia en su honor, y según la tradición ese es el origen de la Basílica del Pilar, que con el paso de los siglos se ha transformado en centro de peregrinación mariana.
Pues bien, Pablo Serrano quiso contar ese episodio con un lenguaje del arte de vanguardia, propio del siglo XX, y por eso labró este relieve que lo componen más de 50 piezas distintas y que alcanza un peso de unas 80 toneladas.
Para plasmarlo representó la escena en dos ámbitos distintos. Uno superior donde está la Virgen, elevada sobre un pilar y rodeada por una especia aura mística que representa la apertura del cielo, a la que no faltan angelotes a su alrededor. Mientras que en la parte inferior, más abigarrada, se ve a Santiago identificado por su concha y la calabaza de peregrino, y junto a él se arremolinan todas la figuras que miran hacia arriba, la Virgen.
Y entre ambos grupos aparece un elemento de separación que serían las murallas de la ciudad.
Todo ello lo hizo con formas herederas del Cubismo, con superficies muy geométricas y acusadas, algo que también favorecía la búsqueda de los contrastes de sombras y luces, muy potentes gracias a la combinación de figuras que llegan a ser casi de bulto redondo.