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Máscara de Teotihuacán

Publicado por A. Cerra

Máscaras de Teotihuacán

La ciudad de Teotihuacán la descubrieron ya en ruinas los pueblos aztecas, allá por el siglo XIV. Y fueron ellos quienes le dieron el nombre náhualt de Teotihuacán, el cual se puede traducir como “lugar de nacimiento de los dioses”. De hecho los aztecas consideraban como el origen de su propia cultura, dado el carácter sagrado que ahí se respiraba. En especial por sus famosas pirámides que en realidad eran templos.

Las famosas son las Pirámides del Sol y de la Luna, las cuales son magníficas obras de cantería. De hecho es muy curioso comprobar cómo las dos grandes civilizaciones del periodo clásico de la cultura mesoamericana, ambas herederas de los olmecas, levantaron espectaculares pirámides. Nos referimos tanto a los mayas como a la civilización de Teotihuacán que se desarrolló desde comienzos de nuestra Era hasta inicios del siglo VII.

En el caso de las pirámides teotihuacanas, tal vez tenga unas dimensiones menores que algunas mayas, como los imponentes templos de Tikal. Pero es innegable que tenían un gran valor artístico. Se trataba de construcciones que además de muy bien hechas, estaban profusamente decoradas con esculturas y relieves labrados en piedra. Al igual que eran habituales las pinturas murales llenando sus paredes con escenas de colores tremendamente vivos.

Y por si fuera poco los arqueólogos también han hallado en su interior objetos rituales. Solo una pequeña parte de lo que debió haber ya que la reutilización y el expolio ha sido muy prolongado en el tiempo.

Entre los objetos hallados más comunes están las máscaras parecidas a esta que aquí os mostramos. Se trata de una máscara a tamaño natural y con un rostro uniformizado. Eran elementos que se elaboraban con arcilla o se tallaban en materiales más duros como el basalto e incluso el jade, para posteriormente ser pulidas con delicadeza y adornadas con detalles de piedra obsidiana e incluso con conchas.

Esta que os mostramos se hizo directamente con la durísima piedra obsidiana, y a partir de ahí se incorporaron las citadas conchas pero también coral o turquesas para darle ese aspecto tan poco natural pero a la vez tan hermoso. Sin duda es una decoración geométrica y abstracta con un significado que se nos escapa a los espectadores de la actualidad. Y además tiene un detalle que llama poderosamente la atención. Es una máscara que no tiene los ojos agujerados. Están pintados, son ojos almendrados, con una mirada fija y sin ninguna pista sobre edad o sexo. La explicación que le dan los estudiosos, es que se traban de una máscara usada en los ritos funerarios, y que se colocaría encima del rostro del cadáver para acompañar al cuerpo momificado en su tumba.