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Monumento al campesino de César Manrique

Publicado por A. Cerra
Monumento al campesino de César Manrique

Monumento al campesino de César Manrique

El artista canario César Manrique nació en 1919 en la Arrecife, la capital de la isla de Lanzarote. Desde muy joven mostró sus aptitudes para el arte, así que siendo joven salió de su isla para seguir formándose en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, y posteriormente se trasladó hasta meca mundial del arte de vanguardia, Nueva York, donde adquirió un gran prestigio como artista. No obstante, nunca olvidó sus Islas Canarias natales ni dejó de mantener contacto, y finalmente en la segunda mitad de la década de los años 60 del pasado siglo XX cuando regresó a Lanzarote, donde se instaló de forma definitiva hasta su muerte en 1992 en un trágico accidente de tráfico.

Su obra se desarrolló en varios campos, ya que fue arquitecto, escultor, pintor, escritor y paisajista. Y su producción va más allá del hecho artístico, ya que su estrecha relación con el paisaje canario hizo que sus obras siempre pretendan integrarse a la perfección en ese territorio, y sus intervenciones en diferentes lugares de Lanzarote son en gran parte culpables, de que esta isla sea uno de los máximos exponentes del turismo sostenible en el mundo.

Como ejemplo de ellos aquí mostramos el Monumento al Campesino de 1968, ubicada en el centro geográfico de la isla de Lanzarote. Con ella, el artista quiso realizar un homenaje monumental a los labriegos de su tierra que con mucho esfuerzo y sabiduría han sabido desde hace siglos sacarle provecho a unas tierras aparentemente estériles, como pueden parecer las montañas y valles lanzaroteños esculpidos por la actividad de los volcanes.

Esta obra es una de sus creaciones escultóricas más emblemáticas, en las que siempre tuvo en cuenta la relación entre el paisaje y sus diseños. Se podría considerar una escultura de vanguardia al uso de las que legó abundantemente en su tierra natal. No obstante, lo que hace tremendamente singular la obra de Manrique es que no tuvo reparos en intervenir en diversos parajes, transformándolos con sumo respeto hacia el entorno y sus tradiciones, para crear obras que buscan la armonía entre la naturaleza y la creación artística.

En la misma isla de Lanzarote podemos encontrar varios lugares en los que intervino, desde el Jardín de Cactus que creó en su residencia de la localidad de Guatiza, hasta su gran obra maestra que son los Jameos del Agua, concebida en las cuevas, grutas, recovecos y lagunas de una parte de un enorme tubo volcánico creado a partir de una erupción del cercano Volcán de la Corona, pasando el Mirador del Río frente a los islotes del Archipielago Chinijo o las esculturas ubicadas en las Montañas de Fuego del Parque Nacional de Timanfaya o intervenciones en restaurantes y hoteles de la isla. Pero su actividad no se redujo a Lanzarote. También trabajó en otras islas canarias, como en la Piscinas Martiánez del Puerto de la Cruz en Tenerife o los Miradores de la Peña y del Palmarejo en las islas de El Hierro y La Gomera, respectivamente.