Pórtico de Santa María de los Reyes en Laguardia
Por toda Europa hay fantásticos ejemplos de escultura gótica en portadas repletas de relieves y figuras. Se pueden nombrar muchos ejemplos tanto en Francia como en España, y en muchos otros países del continente. Pero son poquísimos los pórticos que hoy podemos ver repletos de color, con su policromía histórica. Una de esas joyas es el pórtico de la iglesia de Santa María de los Reyes en la población vasca de Laguardia.
Si bien hay dos explicaciones básicas para comprender la conservación de esos colores. La primera es que todo el pórtico se protege con una cubierta de las inclemencias meteorológicas. Y la segunda es que la pintura que vemos en realidad no es gótica, sino que fueron los colores que se aplicaron posteriormente a esas esculturas medievales en los últimos años del siglo XVII. Lo cual no le resta ni un ápice de interés y de valor al conjunto.
Hay que decir que el templo se originaría en tiempos románicos, allá por el siglo XII, y todavía hay restos de esa época. Pero fue profundamente transformado durante el gótico, entre los siglos XIII y XV, y sería entonces cuando se tallaron las figuras de su famoso pórtico del lado sur.
Sin duda los vivos colores llaman inicialmente la atención, pero si nos fijamos en los detalles se descubre una obra escultórica de primerísima calidad. Una talla gótica pero con un realismo casi propio del arte renacentista posterior.
Hasta el último centímetro de la portada está tallada. Es de un abigarramiento absoluto. Desde las arquivoltas hasta el tímpano, las jambas o el parteluz.
En las arquivoltas por ejemplo aparecen figuras de un coro celestial formado por angelotes tocando sus instrumentos, así como otros arcos se dedican a recrear santas, mártires, reyes y profetas. Figuras con una humanidad sorprendente en sus gestos y actitudes.
También hay que destacar el apostolado dispuesto en las jambas. 6 apóstoles a cada lado y todos ellos de un modelado exquisito tanto en su anatomía como en sus ropajes o en los símbolos con los que es posible identificarlos. Cada uno de ellos es una obra de arte en sí mismo.
Algo que también se puede decir de la figura de la Virgen que está en el parteluz central. Al fin y al cabo la iglesia está bajo la advocación de la Virgen María, a la que vemos de pie y con su hijo Jesús en brazos. Un niño demasiado pequeño, algo que es intencionado para que todo el protagonismo recaiga en la mujer.
De hecho ella también es la protagonista de las escenas que se descubren en el tímpano superior, donde vemos desde la Anunciación hasta su muerte o episodio de la Dormición tras la que asciende a los cielos y es coronada. Un conjunto esplendoroso por su calidad escultórica y por la singularidad de su colorido.