Ratapoil de Daumier
Honoré Daumier (1808 – 1879) es sobre todo conocido por su faceta como pintor, uno de los máximos representantes del estilo realista en Francia con obras maestras como la acuarela El vagón de tercera clase. Sin embargo, también trabajó su faceta como escultor, y tal vez por su menor formación, sus escasos conocimientos académicos en esta disciplina artística y por supuesto su nula sujeción a los mismos, se puede afirmar que sus obras escultóricas hicieron avanzar este arte. Algo similar a lo que hizo otro pintor un tanto posterior, Edgard Degas, cuyas esculturas también son diferentes a las de otros contemporáneos mucho más formados y centrados en esa disciplina artística.
Como ejemplo ello sirve contemplar este bronce titulado Ratapoil. Su aspecto está estrechamente vinculado a otra de las vertientes artísticas que desarrolló Daumier, ya que no sólo fue pintor y escultor, sino que también fue un afamado ilustrador y caricaturista en prensa, donde dibujo irónicamente a muchos políticos de su tiempo. De hecho, esta escultura vendría a ser una caricatura en tres dimensiones. Y es una de las pocas que finalmente fundió en bronce, ya que la gran mayoría de sus obras las dejó tras el modelado en barro cocido que posteriormente coloreaba.
Lo cierto es que este Ratapoil, pese al fundido, conserva en su apariencia el aspecto del modelado. Y es que con ello pretendía que sus figuras fueran tremendamente efectistas. Es decir, transmitir ese mensaje un tanto paródico y crítico de cada uno de los personajes que modela. E incluso, aunque se basaba en hombres contemporáneos, muchos de ellos famosos y reconocibles por el gran público, finalmente con la excusa de ser una caricatura los acaba transformando en un estereotipo en el que retratar los vicios de su época.
Y principalmente los usa para atacar a la corriente propagandística de Luis Napoleón Bonaparte, porque Daumier siempre fue un republicando convencido. Así los acredita su trabajo como ilustrador político en los diarios franceses. Y este Ratapoil iría en esa línea, ya que representaría los seguidores de ese príncipe-presidente que amenazaba con establecer un nuevo régimen imperial basado en el ejército. Algo que finalmente ocurriría con la proclamación de Napoleón III.
Concretamente realizó esta obra entre 1850 y 1851. En ella vemos unos volúmenes muy potentes y un gran desequilibrio. Todo basado en una forma arqueada muy exagerada, a la que contribuyen los pliegues arrugados de la vestimenta. Mientras que el rostro lo plantea con un cierto toque de maldad, casi satánico, en el que llama la atención el gran bigote que lucían los partidarios del bonapartismo.
El resultado estético se podría decir que no es de su tiempo, que se acerca a unas formas expresionistas que van a tardar varias décadas en llegar al panorama artístico europeo. Por todo ello esta obra que atesora la colección del Museo de Orsay de París es una pequeña joya dentro de la escultura de mediados del siglo XIX, donde por cierto también se expone la escultura El gran arabesco de Degas, citado más arriba.