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La carga de Daumier

Publicado por A. Cerra
La carga de Daumier

La carga de Daumier

Esta obra del pintor francés Honoré Daumier la realizó entre los años 1850 y 1853, y en la actualidad se conserva en el Museo del Ermitage de la ciudad rusa de San Petersburgo.

La imagen tiene el título de La Carga, aunque también se conoce como La Lavandera. Y es que Daumier pintó en varias ocasiones este tipo de escena con una mujer que carga con la colada y va acompañada de su hijo. Pintó hasta 10 versiones de este tema, y no solo eso sino que también le dedicó hasta alguna escultura. Y es que Daumier destacó como ilustrador, litógrafo y como pintor del periodo realista, pero también hizo interesantes esculturas como su Ratapoil.

En el caso de esta serie de pinturas de La Carga, una de sus más interesantes es la que se conserva en el museo ruso. En todas ellas ha desaparecido cualquier nota de humor que ha caracterizado a su obra gráfica. En cambio aquí el protagonismo absoluto son las dos figuras hacia las que manifiesta claramente su empatía el autor. Pero ese protagonismo lo comparte con el viento, un agente meteorológico que le da toda su tensión a la pintura, mostrándonos unas figuras que luchan contra él, y se deforman como lo hace todo su entorno.

De hecho, llevar al extremo ese efecto hace que parezca que la pintura está inacabada, y esto era algo que preocupaba enormemente a Honoré Daumier. Curiosamente, uno de los pintores más importantes de la época, como era Eugene Delacroix dejó escrito en su diario personal que a Daumier le preocupaba mucho lograr un buen acabado en sus pinturas. No obstante, Delacroix, el pintor romántico por excelencia, dejaba también por escrito su opinión sobre el tema y su particular consejo. Ya que según él si Daumier acababa sus obras con los finales más convencionales que buscaba la gente de su tiempo, en realidad lo que conseguiría sería malograr sus obras. Por esa razón le recomendaba no sucumbir a las tentaciones del éxito, porque aunque fuera muy amarga la falta de reconocimiento, la verdad es que la calidad de sus obras y su arte era innegable, y ese reconocimiento llegaría tarde o temprano. Y así ha sido, porque en la actualidad, nadie duda de la maestría de Honoré Daumier.