Relicario de la Santa Fe de Conques
En la importante iglesia de Sainte Foy de Conques (Aveyron) de la que ya os hemos hablado en otra ocasión, no solo merece la pena destacar su arquitectura y su escultura. También posee en su Tesoro varios objetos litúrgicos de gran interés, aunque seguramente el más valioso de todos sea esta figura de la Santa Fe realizado a finales del siglo X.
Una figura que en realidad es un relicario de una joven mártir que nació en la ciudad de Agen en el siglo III y que se cuenta que con solo 12 años eligió el martirio y la muerte antes que aceptar la idolatría de la época. Las reliquias de aquella niña precisamente se conservaban en Conques, y cuando este lugar de Francia se integró como una parada destacada del Camino de Santiago, la fama y veneración de esta santa comenzó a expandirse a partir del siglo IX.
En ese contexto religioso es en el que surgió esta figura que nos presenta a la niña como si fuera una estatua sedente en majestad. Un tratamiento que ciertamente en los años posteriores se iba a dar sobre todo para las representaciones de la Virgen María, tanto en majestad ella misma como transformada en trono de su hijo, el Niño Jesús.
Así que por ser un antecedente, esta obra es muy importante, además de que alguna forma recuperó para los cristianos la tradición de la escultura exenta, por no hablar de que igualmente fue una de las primeras ocasiones en las que la Iglesia se apoderaba y usaba para sí algunos de los símbolos del Imperio Romano, como son el trono y la corona.
Es decir, iconográficamente el Relicario de la Santa Fe de Conques es muy importante. Pero además plasma ciertas ideas sobre los objetos litúrgicos muy valiosos. Y es que generalmente muchas imágenes se realizaban sencillamente en madera o en piedra, y posteriormente y como mucho, los artistas les daban color. Sin embargo, lo que se consideraba más valioso se recubría de materiales metálicos y a ser posible preciosos.
Aquí vemos que el corazón del relicario es de madera, pero luego eso se ha recubierto con láminas de oro y de plata dorada, con el añadido de incrustaciones de piedras preciosas. Una técnica que por ejemplo también se puede apreciar en una imagen similar como es la Virgen de Essen.
Si bien es cierto que estamos ante una creación que ha ido teniendo sus cambios durante siglos de veneración. Por ejemplo, los ojos de esmalte serían del periodo de creación, pero después se abrió en el pecho una ventana para poder ver las reliquias. O en el siglo XVI se incorporaron bolas de cristal al trono. E incluso más tarde, en el XVI, se le pusieron a la santa esas manos de plata dorada.