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Retrato de Picasso según Pablo Gargallo

Publicado por A. Cerra

Retrato de Picasso según Pablo Gargallo

Pablo Gargallo hizo inicialmente en 1913 una escultura en piedra con el retrato de su amigo Pablo Picasso. Pero posteriormente creó un vaciado en escayola de esa escultura con lo cual pudo extraer un molde que le sirvió para hacer varias réplicas tanto en terracota como en bronce, obras numeradas que están dispersas en varias museos y colecciones particulares del mundo.

El escultor ya conocía a Picasso desde hace muchos años, ya que ambos habían coincidió en la Barcelona del cambio de siglo, y posteriormente sus caminos se volvieron a unir en París, donde los triunfarían entre los movimientos de vanguardia. Y es que ambos estaban muy interesados en una continua investigación e innovación en el arte.

De hecho, la obra de Gargallo va alternando entre lo más vanguardista y una línea de trabajo que de alguna forma une lo figurativo más clásico con preceptos del Modernismo, a la que incorpora ideas de tendencias como el Cubismo. En este campo podemos enmarcar su retrato de Picasso, donde juega con los elementos más definitorios del joven genio malagueño como era su rebelde flequillo y sus grandes ojos castaños.

Es cierto que Gargallo ha pasado a genio de la escultura de vanguardia por obras como El profeta y otras. Creaciones en las que juega con materiales como el bronce o el hierro, y donde el vacío, y las relaciones entre espacios cóncavos y convexos se convierten en algo tan importante como la propia figuración y las formas materiales. Sin embargo, también en este pequeño retrato se aprecia toda su calidad como artista y su desbordante personalidad creativa.

Vemos como está tan interesado por la expresividad de ese rostro inconfundible como por el lenguaje usado para construirlo. De hecho, los elementos constructivos y su forma están al servicio de esa expresividad, para ella emplea el lenguaje que crea adecuado. Por ejemplo, en una cara dominada por lo curvo, por las formas redondas, usa sin complejo los ángulos. Se ven en como marca el peinado de su amigo o en la potente forma almendrada de los ojos, incluso en el gesto que provocan las arrugas y la nariz. Con esos elementos es capaz de llamar la atención de nosotros, el espectador. Cualquier amante del arte identifica el rostro de Pablo Picasso, pero al verlo en la recreación de Gargallo nos llama la atención, nos sorprende y hasta nos impacta. En definitiva, que con su lenguaje es capaz de mostrarnos el carácter de Picasso, ese curioso infatigable y sin duda nos transmite la admiración y amistad que sentía hacia él.