San Juan Evangelista, Donatello
A lo largo de la historia del arte muchos artistas se han basado en obras anteriores para llevar a cabo nuevas creaciones. De esta manera, una de las obras más icónicas y trascendentales del arte, el Moisés de Miguel Ángel, se basó en la obra que aquí analizamos, el San Juan Evangelista realizado por Donatello para la fachada del Duomo de Florencia y en la actualidad se conserva en el Museo della Opera del Duomo.
La antigua fachada de la catedral contaba con cuatro hornacinas que según el programa iconográfico establecido debían ser adornadas con las esculturas de los Evangelistas, así San Lucas fue realizado por Nani di Banco, San Marcos con Niccolo di Piero Lamberti y San Mateo por Bernardo Cinffagni. Los promotores de la catedral pensaron en encargar la obra al ganador de un concurso que se disputaba entre los dos primeros artistas y Donatello. Sin embargo las obras se dilataron demasiado en el tiempo y finalmente la pieza fue encargada a Donatello sin un concurso previo, un hecho que provocó algunas disputas entre los otros participantes.
Donato di Niccolo di Betto Bardi más conocido sencillamente con el sobrenombre de Donatello (1386 – 1466) nació en Florencia, Italia, y en la actualidad está considerado como uno de los padres del periodo renacentista en la disciplina escultórica. Sus primeros años Donatello se formó en un taller de orfebrería, los conocimientos adquiridos en esta época fueron aplicados posteriormente en otros materiales. A principios del siglo XV, viajó a Roma junto a su colega Brunelleschi para estudiar los clásicos, un hecho que influirá en su concepción artística. Éste no fue el primer gran encargo de Donatello, el escultor ya trabajaba en aquella misma época en la realización de otros encargos importantes como las esculturas de San Marco o de San Jorge.
En esta ocasión el artista representó al Evangelista San Jun como un Hombre que aparece sedente con una mirada ceñuda dirigida hacia el horizonte más lejano. Parece innegable la influencia de la escultura clásica en la escultura del artista renacentista de hecho algunos autores hablan de la posible influencia de un rostro de Júpiter Capitolino en la pieza del Duomo. El evangelista permanece sentado con los hombros relajados y mientras que una de sus manos descansa sobre el regazo, la otra se apoya en el mismo libro que él ha escrito. Sus ropajes son grandes y ampulosos formando grandes pliegues que se quiebran y que a la vez provocan efectos de luces y sombras en la pieza.
Los amplios ropajes hacen que su cuerpo quede oculto bajo la túnica pero en las manos que quedan al descubierto, el espectador puede apreciar el minucioso trabajo del escultor basándose en modelos reales tomados del natural.
Pero quizás lo más interesante del San Juan Evangelista de Donatello sea su rostro que desprende energía e intensidad. En él se muestran las arrugas que muestran los años de un hombre ya maduro. En esta zona destaca igualmente el trabajo realizado al trépano en el cabello rizado y las barbas de San Juan.