Sepulcro Don Felipe y Doña Juana, Bartolomé Ordóñez
El enterramiento de Felipe el Hermoso y su esposa Juana de Castilla o Juana La Loca es uno de los principales monumentos funerarios de época renacentista.
La obra data de 1518 – 1519 y fue realizada por el escultor Bartolomé Ordóñez siguiendo el encargo del monarca español Carlos I. Carlos era el hijo y sucesor de los difuntos monarcas y decidió seguir con la tradición que años atrás comenzaran sus abuelos, los Reyes Católicos, de convertir la Capilla Real de Granada en el lugar de enterramiento de los monarcas españoles. Sin embargo las pretensiones del emperador iban mucho más allá que perpetuar la tradición de sus abuelos, el rey pretendía de esta manera dotar a Granada de una fuerte tradición artística ya que fue el lugar elegido por él mismo para gobernar su vastísimo imperio.
Seguramente el monarca español conoció las obras que Ordóñez había realizado para el coro de la Catedral de Barcelona, fue entonces cuando decidió encomendar al artista la realización de la obra. El artista nació en Burgos en 1490 pero realizó su formación en Italia junto a Fancelli, allí mismo asentó su taller y cosechó grandes éxitos hasta el punto de ser una de las figuras más aclamadas de la escultura renacentistas realizando ya en vida importantes encargos para los más altos nobles y dignatarios.
Bartolomé Ordóñez fue un maestro en el uso del mármol, material que utilizó para la creación de este sepulcro. Su habilidad para esculpir el mármol con tal grado de detalle y realismo es una de las características que lo distinguen como uno de los grandes escultores del Renacimiento.
Ordoñez planteó la realización de un cenotafio basado en el monumento funerario que Fancelli realizó para los Reyes Católicos. La obra está realizada íntegramente en mármol de Carrara y se dispone en dos pisos diferentes rematados por las figuras de los yacentes.
A pesar de la monumentalidad de la obra el enterramiento no alberga los restos de los monarcas que descansan, junto con los de sus predecesores, en la cripta de la catedral.
En la zona intermedia el artista entremezcla distintas temáticas: así en el centro de cada uno de los laterales se desarrollan escenas bíblicas como la Natividad, la Adoración de los Magos la Oración en el huerto y el Descendimiento de la cruz; aparecen representadas las virtudes de los monarcas así como alegorías de algunas disciplinas, el conjunto aparece completado con la presencia de grifos que llevan el Toisón de Oro y emblemas de los Reyes Católicos.
En el segundo piso aparecen las figuras exentas de San Miguel, San Andrés, San Juan Bautista y San Juan Evangelista. El cenotafio aparece rematado con las figuras de los yacentes, éstos no miran hacia arriba como las esculturas de Fancelli sino que giran la cabeza mirando cada uno a un lado. Doña Juana aparece ligeramente idealizada, con un gran detallismo en los ropajes –moda de estilo borgoña- y los almohadones en que se apoya. Por su parte Felipe aparece ataviado con armadura sustentando la espada entre sus manos y portando el collar de la Orden del Toisón de Oro.
A los pies de los monarcas Ordóñez colocó las figuras protectoras de dos leones, uno hembra y otro macho, seguidos de un cenotafio:
“Privados de vida, supervivientes de la fama, cubre este sepulcro a Felipe Rey de las Españas, el primero tanto en el nombre como en la dinastía austríaca, a quien la muerte, armada con su guadaña, al haberlo encontrado maduro en virtudes, segó joven por creerlo un anciano (murió el año del Señor 1506 a los 28 años de edad), y a Juana, su esposa, a la que todas las reales estirpes de Castilla, León y Aragón dieron esplendor (murió el año 1555 a los 75 años de edad). ¿Para qué más? De la unión de ambos brilló para el mundo el Serenísimo Emperador Carlos V, el cual erigió a sus padres este monumento.”
La obra de Bartolomé Ordóñez es un ejemplo excepcional de la escultura renacentista española. Su habilidad para capturar la humanidad y la dignidad de sus sujetos, así como su atención al detalle en la representación de los ropajes y los elementos arquitectónicos, hacen de este sepulcro una obra maestra del arte funerario. El sepulcro de Felipe el Hermoso y Juana la Loca sigue siendo un testimonio del talento de Ordóñez y de la rica tradición artística de la época renacentista en España.