Arte
Inicio Escultura, Renacimiento Sepulcro de Alfonso Henriques en Coimbra

Sepulcro de Alfonso Henriques en Coimbra

Publicado por A. Cerra

Sepulcro de Alfonso Henriques de Coimbra

El rey Manuel I de Portugal durante el siglo XVI gobernó un país que por entonces era una de las más grandes potencias del mundo, sobre todo gracias a sus colonias de ultramar como Brasil. Todos aquellos dominios fuera de Europa proporcionaron ingentes riquezas al reino, y el monarca las plasmó en la creación de muchas obras de arte, para las cuales incluso de desarrolló un estilo artístico exclusivo de Portugal: el arte manuelino.

Algunas de las obras más famosas de ese periodo fueron por ejemplo el célebre Monasterio de los Jerónimos en Lisboa. Si bien también promovió otras menos conocidas fuera pero con un extraordinario valor patriótico, como es el caso del sepulcro de Alfonso Henriques en el monasterio de Santa Cruz de Coimbra.

Alfonso Henriques fue el fundador del reino de Portugal y su primer rey en el siglo XII. Y aunque el germen de su gobierno fue la ciudad de Guimaraes y su castillo. Lo cierto es que falleció en Coimbra, y fue enterrado allí en una sencilla sepultura medieval, dentro del monasterio que él mismo junto a su esposa Mafalda de Saboya había promovido. En definitiva que ahí estaban sus restos y también los de su heredero, enterrados el nártex de la iglesia monasterial, pero Manuel I consideró que no eran las tumbas apropiados a unos personajes tan importantes para la historia lusa. Por ese motivo encargó la realización de este sepulcro ubicado en el presbiterio del templo.

Tanto la de Alfonso I como la de su hijo Sancho I se terminaron hacia el año 1520, y en ambos caso las esculturas yacentes de ambos monarcas salieron de la mano de escultor Nicolás Chanterene (c. 1470 – 1551), quién pese a su origen francés desarrolló la mayor parte de su trabajo en Portugal.

Pero en este caso no trabajó solo, ya que el sepulcro se convierte en una especie de gran retablo en volumen que cuenta con numerosas esculturas más pequeñas y un sinfín de elementos ornamentales, entre los que por supuesto no faltan los símbolos más emblemáticos del arte manuelino como son la esfera armilar y la cruz de la Orden de Cristo.

Todo un repertorio de figuras y objetos realizados por un grupo variado de artistas como Diogo Fernandes y Joao Fernandes, así como Diogo Francisco y Pero Anes, a lo que hay que sumar el trabajo mayoritario de un artista del que se desconoce el nombre y sencillamente se le denomina el Maestro de las Tumbas Reales. En definitiva, entre todos ellos crearon un sepulcro que es fruto de una amalgama de estilos góticos, pero también renacentistas, sin olvidar el propio arte luso que tanto promovió Manuel I para plasmar su especial personalidad y la de su poderoso reino.