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San Jorge y el dragón, Rafael

Publicado por Laura Prieto Fernández

Uno de los temas más populares y a la vez más tradicionales de la literatura de todos los tiempos, el de la dama que es rescatada de la furia del dragón por un noble caballero, tiene su equivalencia o representación también en las artes plásticas, sobre todo en la pintura. Sin embargo, los pintores utilizaron la versión eclesiástica de este tema, protagonizada por San Jorge quien acaba con la vida del dragón rescatando así a la dama en apuros.

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Durante la Edad Media la vida de los santos supuso una fuente inagotable para los artistas y durante la etapa renacentista muchos de los pintores humanista siguieron esta misma estela, aunque dotando el tema de una apariencia más realista y humana. La imagen de San Jorge tiene una amplia tradición no sólo en la religión cristiana sino también en el islam o en lugares tan alejados como Japón; sin embargo, también es cierto que en muchas ocasiones las leyendas acerca de su figura poco tienen que ver con la realidad y son precisamente fruto de la tradición.

En esta ocasión analizamos dos obras de Rafael de Urbino, ambas pintadas sobre la leyenda de San Jorge y el dragón durante un periodo muy corto de tiempo La primera de ellas es la pieza que se expone en el Museo del Louvre de Paris, se trata de un óleo sobre lienzo de formato vertical que fue realizado a principios del siglo XVI, entre 1503 y 1505. En el lienzo encontramos al santo que aparece a lomos de un caballo blanco encabritado, aparece con la espada en la mano para asestar un golpe de muerte al dragón. Éste ha sido representado de manera un tanto subjetiva, más bien como una especie de perro con alas y largo cuello al que el santo ya ha clavado una lanza como evidencian los restos del objeto. En un segundo plano, acentuando el movimiento de la obra aparece una dama que huye despavorida de la escena.

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El otro lienzo que en la actualidad se conserva en la Galería Nacional de Arte de Washington D.C. también se presenta en formato vertical sin embargo fue pintado un año después en 1506 y en esta ocasión, el artista ha decidido representar el momento en el que San Jorge le clava la lanza al dragón quien se encuentra a la entrada de su cueva. Quizás en esta pieza sea mucho más destacable la influencia que La Batalla de Anghiari de Leonardo da Vinci o las pinturas de El Bosco tuvieron para Rafael. Por su parte la dama también aparece en este lienzo pero en esta ocasión en lugar de huir, se queda de rodillas rogando por la vida del santo.