El banquete de los arcabuceros de San Jorge de Haarlem , Frans Hals
El banquete de los arcabuceros de San Jorge de Haarlem es una obra pictórica realizada por el artista neerlandés Frans Hals (1580/5 – 1666). Hals es uno de los mejores artistas de la escuela barroca holandesa aunque en realidad su figura es, aún a día de hoy, una de las grandes desconocidas.
Nacido en Amberes son pocos los datos que se conocen de su vida – ni siquiera se conoce con exactitud la fecha de su nacimiento- , parece ser que el artista se trasladó junto con sus padres a la ciudad de Haarlem donde fijó su residencia y trabajó la mayor parte de su vida. La historia le ha concedido una mala fama que se asociaba al alcohol y el libertinaje, aunque estudios más recientes rectifican estas versiones y nos hablan de un hombre con una vida ordenada y serena.
La pintura de Hals es soberbia en detalles y naturalismo, el realismo de sus figuras puede llegar a ser descarnado y en vida su obra ya fue muy cotizada, como lo demuestran los grandes encargos que el artista recibió. Con todo, parece que la historia ha marginado al artista en pro de otras figuras pictóricas coetáneas a él como Vermeer.
La singularidad de sus retratos adquirió una fuerte fama en Haarlem y no hubo personaje o colectivo de cierta relevancia que no pasara por sus pinceles. En esta ocasión el artista representa a los arcabuceros de San Jorge de Haarlem; la obra se engloba dentro de los conocidos schutterstukken que el artista realizó entre 1616 y 1639. Los schutterstukken son retratos colectivos de milicias ciudadanas creadas en el XIII.
La imponente obra de 175 cm de alto y 324 de ancho fue realizada por el artista en 1616; recibir un encargo de tales magnitudes era todo un halago profesional que Hals recibió hasta en cinco ocasiones. Tal mérito se debía al detallismo y rigurosidad que el artista ponía en cada uno de los personajes retratados, según la tradición de los retratos colectivos era costumbre representar a los cargos más importantes con mayor detallismo y relevancia mientras el resto de la compañía era representado intentando captar el espíritu colectivo pero sin mayor minuciosidad.
La obra de Hals se caracteriza precisamente por no imponer ningún tipo de rango en el retrato y guardar el mayor realismo y naturismo en cada uno de los personajes representados como si de verdaderos retratos individualizados se trataran. Vestidos con el atuendo típico de la milicia el artista se deleita en las mangas y cuellos de puntillas blancas.
La luz pone de relevancia los rostros y manos de cada uno de los personajes incidiendo aún más en esa esencia individualizadora, al igual que las diferentes posturas que presentan cada uno de los milicianos.
El movimiento es patente en la escena y la pintura del artista neerlandés parece transformarse en una fotografía que capta la conversación en la mesa de un grupo de amigos y no el retrato pactado de una milicia, los personajes se vuelven y miran al espectador que ha interrumpido su sobremesa.