El alegre bebedor, Hals
Pese a estar considerado como uno de los grandes artistas del Siglo de Oro holandés y uno de los mejores retratistas de todos los tiempos aún a día de hoy, la figura de Franz Hals está considerada como toda una incógnita en muchos aspectos de su vida; de hecho, hasta muy pocos años se pensaba en Hals como un pintor libertino que pasaba sus días entre pinceles y orgías de vino una imagen bastante desvirtuada a raíz de las últimas investigaciones con respecto a su persona que nos hablan de un artista que participó activamente en la milicia de San Jorge para defender la ciudad, presidente del gremio de pintores etc.
Sea como fuere y pese a sus problemas personales y financieros de sus últimos años, el artista ha sido uno de los retratistas más influyentes en la historia de la pintura y pintores de la talla de Courbet o Manet pusieron su obra en valor cuando ya parecía sumida en el olvido.
En esta ocasión nos disponemos a analizar un cuadro que data de entre 1627 y 1627 y que en la actualidad se exhibe en el Rijksmuseum de Ámsterdam, se trata de El alegre bebedor un óleo sobre lienzo de formato vertical y pequeñas dimensiones – mide unos ochenta centímetros de ancho y sesenta de altura-. La pieza es una representación del típico retrato individual que tanto gustaba a Hals.
Se trata de un solo personaje en torno al cual gira el resto de la composición y que el artista ha realizado con factura cargada de pintura y pincelada rápida, pero sin perder un ápice de la psicología del retratado. Se trata de un hombre madura y barbado situado en el centro del lienzo que se sitúa ligeramente en diagonal y se gira hacia el espectador para saludarlo con una mano mientras que con la otra, nos ofrece una copa de vino que parece salirse del lienzo en una efecto de trampantojo. El hombre lleva un sombrero negro de ala ancha que contrasta con los tonos terrosos de dominan el lienzo, camisa blanca con cuellos de puntilla donde Hals nos demuestra su detallismo y una casaca amarillenta que se anuda con un cinturón en cuya hebilla se aprecia una efigie que los expertos han identificado con el Príncipe de Orange.