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Acuchilladores del parqué de Caillebotte

Publicado por A. Cerra
Acuchilladores del parqué de Caillebotte

Acuchilladores del parqué de Caillebotte

Es curioso comprobar cómo tuvo que ser un pintor como Gustave Caillebotte quién le diera cierto contenido social a la pintura impresionista francesa. Ya que este artista fue un personaje acaudalado, aficionado al arte y a la pintura, y sobre todo un gran mecenas para muchos de sus artistas contemporáneos como Monet o Renoir, con los cuales no solo compartía inquietudes artísticas, sino que incluso acudía a visitarlos durante sus estancias en Argenteuil.

Pero además de esa faceta de coleccionista y mecenas, en su pintura se pueden ver ecos las preocupaciones sociales que otros artistas anteriores como Daumier o Millet habían plasmado en sus obras de estilo realista. La diferencia es que Caillebotte lo hizo con las técnicas más propias del Impresionismo, y principalmente se fijó en el proletariado urbano más que en las clases humildes del mundo rural.

Un buen ejemplo ello es esta tela titulada Acuchilladores del parqué. En realidad, en ella nos presenta a los artesanos que trabajaron en su propia casa de París en el año 1875. Aunque tampoco hay que engañarse, porque Caillebotte se acerca a este mundo del trabajo desde un punto de vista estético, fijándose en los gestos o el instrumental, sin que en realidad haya ninguna pretensión de denuncia social o política en la obra. Lo cual no es impedimento para que nos presente los duros métodos de trabajo de la época, así como la fisonomía de esos obreros, que semidesnudos por el calor nos muestran unos cuerpos musculosos al mismo tiempo que delgados.

Otro detalle de interés social se puede ver en el pequeño bodegón que hay en la parte inferior derecha de la tela. Se ve una botella de vino sin etiqueta, o sea de lo más económico, y un único vaso, lo que hace pensar que lo comparte la cuadrilla de trabajadores. Un sencillo detalle que evidentemente contrasta con la elegancia y lujo que se intuye en la vivienda, donde además del parqué, las paredes rebosan molduras decorativas.

No obstante, el mayor interés de Caillebotte es utilizarlos como recurso para su arte. Para empezar los ubica en una perspectiva muy exagerada, algo habitual en sus obras. Y esta perspectiva viene marcada por el punto de vista elegido y el modo de remarcarlo por medio de las líneas que hace el propio parqué.

Además de alguna forma quiere crear un cuadro muy dinámico, y por ello cada uno de los tres trabajadores está en una fase diferente de su faena, y se simula el ir hacia delante y hacia detrás en el que consiste su labor de dejar perfecto el suelo de la vivienda.

Si bien, quizás lo más interesante de la obra tal vez sea su tratamiento del color. Una paleta basada en los tonos marrones, grises, ocres y dorados. Todo se ilumina por la fuerte luz que entra por el balcón del fondo, una luz que se llega a reflejar en las espaldas sudadas de los obreros. Y esa misma luz le sirve para hacer juegos de colores con las virutas del raspado, así como con las zonas ya terminadas del parqué que brillan respecto a las partes que todavía no están concluidas.