Bañista rubia de Renoir
Como buen artista, Renoir también pasó sus periodos de crisis y de baja autoestima. Y uno de los momentos más críticos en este sentido tuvo lugar hacia el año 1881. Según él mismo dejó escrito, había llevado el Impresionismo hasta sus últimas consecuencias, y llegó a la conclusión de que nos sabía pintar ni dibujar.
Por suerte para él, ese año hizo un viaje a Italia, y allí decidió reformular su pintura. En ello sin duda influyó enormemente la obra de los clásicos, y en especial de su adorado Rafael, el gran pintor del Renacimiento. Un artista del que decía que nunca había pintado al aire libre, y que sin embargo dominaba el arte gracias a que si había observado mucho el exterior, la luz, el Sol,…
El caso es que a partir de esta época sus pinturas van a tener mucho más de dibujo y van a poseer unos contornos más precisos, sin que eso le suponga la renuncia a los logros cromáticos y lumínicos del arte impresionista. Todo lo contrario, es como una evolución.
Un buen ejemplo de ello es esta tela de 1882, en la que nos pinta a su joven esposa Aline en una barca, ubicada frente a la isla italiana de Capri. Se trata de un retrato en el que la figura, sus rasgos, sus formas están perfectamente perfiladas. Y gracias al color carne de su piel y el rubio de los cabellos destaca de manera excepcional sobre el azul del mar.
Es un retrato en el que la mujer a aparece completamente desnuda. Pero independientemente de eso, se trata de una obra de espíritu muy clásico, en especial en lo referente a su composición. Una composición de lo más equilibrada, ya que se basa en la forma triangular que ocupa el cuerpo de la protagonista.
Pero si la composición es clásica, es verdad que el modo de pintar de Renoir es de lo más personal y novedoso. Su proceso se iniciaba empastando los colores y diluyéndolos en trementina. Y luego comenzaba a esbozar las figuras con el carboncillo. A partir de ahí se disponía a generar volumen mediante el color. Por ejemplo, para el cuerpo usa colores como el ocre o el rojo, pero para darle sombra le añade violeta.
Eso en lo referente a la figura, pero como crear un fondo que la envolviera y le concediera más presencia aún. Pues para ello pinta el azul del mar, pero con la pintura todavía tierna le va superponiendo pinceladas muy pastosas de color amarillo, con lo cual le da brillo a todo el cuadro.
En definitiva, que Renoir como el gran pintor que fue, consiguió que su arte no fuera estanco, y desde luego que fue evolucionando con el paso del tiempo. Algo que no es tan visible en otros artistas de su generación.