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Courbet (V)

Publicado por Chus

el-sueno.jpgEn el Salón de 1866 presenta una serie de desnudos femeninos que le proporcionan un gran éxito y repetirá en años posteriores en obras como “La fuente”, “Las tres bañistas”, etc. En el tema del desnudo va a ir más allá realizando para un aficionado al género una tela secreta llamada “El origen del mundo”, haciendo alusión a una prostituta esperando el orgasmo y la obra “El sueño” (llamada también “Las durmientes” o “Pereza y Lujuria”), en el que representa a dos mujeres abrazadas desnudas, tal vez lesbianas, constituyendo el cuadro más baudeleriano, cuyo asunto retoma uno de los mitos eternos de la pintura, dotándolo de una nueva riqueza.

A partir de ese momento en la historia del arte, los gustos cambian y empiezan a destacar los Impresionistas, momento en que el artista prepara una gran retrospectiva de su obra en la que se expusieron cerca de ciento cuarenta obras suyas. Las marinas y las obras de caza, son sus principales asuntos durante esos años, en los que goza del reconocimiento oficial, obteniendo la Medalla de oro en la exposición de Bruselas de 1869, la Cruz de la Orden de San Miguel de Munich, llegando a rechazar la concesión de la Legión de honor, por considerarla demasiado gubernamental.

Cuando estalla la guerra franco-prusiana es nombrado presidente de la Comisión para la protección de Obras de Arte, pero dejó este cargo para participar en la Comuna de París. Cuando ésta termina, la III República, buscando un chivo expiatorio para los cargos de destrucción de la columna Vendôme, le condena a seis meses de cárcel, que cumple en la prisión de Sainte-Pelagie y después en un hospital de Neuilly, donde pinta naturalezas muertas y rehace de memoria obras precedentes, ya que carece de modelos. La obra más importante de este momento es el “Autorretrato ante los barrotes”, en el que el artista se retrata ante una ventana semiabierta, que deja pasar el aire y la luz del patio, representándose en un ángulo oblicuo, de tal manera que parece prefigurar a Cézanne.

Cuando sale de la cárcel, ve como le rechazan las obras que presenta en los Salones, por razones políticas. Por una serie de razones personales (muerte de su madre, su hijo, una de sus hermanas), se da a la bebida, además le confiscan los bienes como pago por la destrucción de la Columna Vendôme. Por todo ello se instala en Suiza, donde trabaja rodeado de ayudantes que realizan una gran parte del trabajo de las obras que firma Courbet. Su salud se ve quebrantada por una cirrosis de hígado que contrae por beber y por una hidropesía que lo deja paralítico en 1877, año en el que muere.

La historia le recuerda como el máximo representante del realismo francés, ligado al auge del proletariado aparecido en la segunda mitad del siglo XIX, en paralelo con la industrialización, pero también como a un artista consciente de su valía (para algunos demasiado, acusándolo de narcisista), que reivindicó el papel de la individualidad en el arte anticipándose a los artistas contemporáneos del siglo XX.