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Los picapedreros de Courbet

Publicado por A. Cerra
Los picapedreros de Courbet

Los picapedreros de Courbet

Esta es otra de las obras de Gustave Courbet, un pintor francés que aunque está principalmente catalogado como artista del Realismo, lo cierto es que tiene una producción de lo más variado y peculiar, donde conviven desnudos que nos hablan de voyeurismo y lesbianismo como en Las Durmientes, o incluso hace el primer plano de un órgano genital femenino como en El origen del mundo, cuando no se hace autorretratos de lo más variado o nos presenta una escena tan solemne como vacía en el Entierro en Ornans.

Y aquí, en este cuadro de Los Picapedreros que pintó en 1849 y que se conserva en el Museo de Dresde, el título ya nos indica que vamos a ver. Hay que tener en cuenta que Courbet se proclamó directamente enemigo del ideal, de la poesía y de la religión. Lo suyo era una percepción de la vida mucho más pegada a la tierra, y huía de cualquier búsqueda de la belleza ideal. Prefería representar las cosas tal y como las veía, o sea, su espíritu era tremendamente realista.

Tan realista que se aleja de la retórica de otros pintores con idénticas inquietudes, como Millet, pero que tiene un halo visual diferente e irreal en obras como su famoso El Angelus. Courbet es mucho más entusiasta, más natural tanto en la forma como en el color.

En lo referente al color, lo cierto es que fue un verdadero maestro, algo que fue capaz de demostrar alejándose de las tendencias más coloristas. Sin embargo, él demostró dominar los difuminados más suaves, algo que conseguía combinando el uso de pinceles y la espátula para remover la pintura en busca de los efectos lumínicos deseados.

Estamos ante un verdadero virtuoso que nos presenta los rasgos de los personajes, sus ropas o cualquier elemento plasmado hasta el último detalle, para darle imagen a la miseria. Hay que entender la imagen en el momento concreto en que la pintó.

Meses después de los sucesos de la Revolución de 1848 en la que el movimiento obrero salió a protestar por la explotación que sufrían y por lograr unos derechos inexistentes. Unas ideas que Courbet compartía. En este contexto se debe ubicar esta obra y también el modo en el que la realizó, ya que hay un detalle muy propagandístico y que encaja poco con la crudeza que suele caracterizar las obras de este artista.

Fijaros en la postura del niño cargando con una piedra. Un trabajo duro, una postura forzada y que nos da la impresión del peso de la roca y los dolores del muchacho. Sin embargo, su compañero mucho más mayor, está trabajando en una postura mucho más equilibrada, como si posara para una representación ideal del sufrimiento del trabajo. Quizás demasiado antinatural y propagandístico.