Las durmientes de Courbet
Este enorme lienzo pintado al óleo que se conserva en el Petit Palais de París tiene su pareja en la obra El origen del mundo. Ambas obras las realizó en 1866 la realizó el artista francés Gustave Courbet por encargo del diplomático Khalil-Bey.
Tanto para el pintor como para su encargante estos dos lienzos les causaron problemas, ya que se trata de dos imágenes que en realidad son fantasías muy propias del voyeurismo. Por un lado, a Courbet le generó una mala reputación, algo de lo que ya carecía Khalil-Bey que era un jugador empedernido que acabó arruinado pocos años después, por ese motivo tuvo que vender toda su colección de arte, que cuando salió a la luz en 1872, causó estupor. Y no solo eso, la persona que compró esta obra también fue objeto de investigación por parte de la policía.
En el caso de este lienzo de Las durmientes, Courbet nos presenta dos amantes lesbianas durmiendo, o más bien, agotadas tras practicar el sexo, lo cual es mirado con gran placer por parte del espectador.
La dimensión voyerista de la obra se ve muy amplificada por el gran tamaño del lienzo (135 x 200 cm), dando la apariencia de un tamaño real, como si estuviéramos en la misma habitación observando como espías a esa pareja en la realidad. Hay que entender la imagen en su contexto histórico, un momento en el que la cultura popular sentía fascinación hacia el lesbianismo, especialmente entre los hombres que se excitaban con ello.
Además de su contenido erótico, es importante destacar el dominio técnico de Courbet en esta obra. La representación de la piel de las mujeres, su textura y tonalidad, es un testimonio de su habilidad para capturar la realidad con precisión. La luz suave que baña la escena contribuye a crear una atmósfera íntima y sensual, a la vez que realza la belleza de las figuras desnudas.
Y otro factor del momento es que por aquel entonces estaba surgiendo el arte de la fotografía, y uno de los campos en los que se estaba desarrollando era en la pornografía y las imágenes eróticas. Y realmente la escena de Courbet está cargada de ambas cosas. Vemos a las dos mujeres completamente desnudas, descansando sobre el lecho y fundidas en un sincero y apasionado abrazo de placer.
Respecto a las críticas que le supuso esta pintura y El origen del mundo, la defensa de Courbet fue la siguiente:
“En nuestra muy civilizada sociedad necesito vivir como un salvaje. Tengo que ser libre, incluso de los gobiernos. El pueblo merecer mi simpatía, y a él debo dirigirme con franqueza”.
En realidad, Courbet no es que estuviera inventando nada con este tipo de imágenes. De hecho es muy posible que conociera por ejemplo las obras eróticas que durante el arte Rococó había realizado el pintor Honoré Fragonard, bien distintas en apariencia a sus habituales escenas galantes como El columpio, pero en las que aplicaba los mismos elementos pictóricos.
Por otra parte, más allá de la propia escena, Courbet en su cuadro Las durmientes muestra todas las características de su estilo de carácter realista, en el que nunca faltan ciertos toques románticos, como se puede ver en su famoso El taller del pintor.
Es importante señalar que Courbet, a pesar de las críticas y controversias, nunca se retractó de su enfoque realista y de su deseo de retratar la vida tal como la veía, sin idealizaciones. Su audacia y su compromiso con la verdad, aunque a menudo chocaran con las convenciones sociales de su tiempo, han hecho de él una figura destacada en la historia del arte. Las durmientes, con su combinación de sensualidad y realismo, es un ejemplo perfecto de su valentía y de su talento como pintor.