La muerte del ciervo de Courbet
Gustave Courbet (1819 – 1877), el pintor del proletariado gracias a obras como Los picapedreros y el gran representante del estilo realista con manifiestos creativos como El taller del pintor, también pintó infinidad de cuadros de caza. Y entre ellos destaca esté de La muerte del ciervo. Un cuadro enorme para esta temática, ya que tiene un superficie de más de 10 metros cuadrados.
La obra la realizó en 1867 y fue la presentación de una imponente exposición que hizo ese año en París, y donde había muchas obras de temática semejante, algo que era fácilmente vendible.
A Courbet, le fascinaba la caza, y como buen cazador presumía de todas sus presas y no dudada en exagerar con ello. Pero además lo materializaba en telas como estas. En las cuales también trabaja con el mismo espíritu realista de sus otros géneros.
De hecho, no solo se inspiraba en sus propias vivencias. También recurría a estudios de taxidermia para reproducir con la mayor fidelidad posible los animales. O iba a mataderos y carniceros para observar las anatomías internas de esos animales.
Por otra parte, a la hora de recrear esas escenas no se ahorra ningún detalle, por sangriento que sea. De hecho, aquí vemos un ciervo ya moribundo, que ha caído rendido por el acecho de una jauría de perros, los cuales ya le han mordido y se han excitado tanto que los cazadores tratan de apaciguar sus instintos asesinos y su voracidad.
No oculta en absoluto la violencia de la caza. Se ve al animal herido, sangrando sobre el suelo nevado, con el cazador tratando de calmar a los sabuesos a latigazos. Él mismo reconocía que afloraban sus más bajos instintos al practicarla. Sin embargo, aporta en los gestos de los animales y en sus miradas ciertas notas de humanidad, de las que incluso carecen muchos de los personajes que pintó para otras temáticas.
Lo cierto es que jamás dejó de cazar y jamás dejó de pintar este tipo de cuadros, a veces sin personas e incluso más brutales que este. Y la verdad es que durante su vida, estos cuadros le proporcionaron muchos beneficios económicos, si bien el paso a la posteridad se la han otorgado otros cuadros de mayor denuncia social. Por lo cual los críticos a veces no se han detenido a estudiar esta otra vertiente de Courbet. Y cuando lo han hecho, hasta han querido ver una simbología ideológica a la hora de plantear las escenas, algo que es difícilmente defendible, más aún cuando este pintor nunca se andó con tapujos a la hora de pintar los temas y asuntos que le interesaban. Basta ver su célebre Origen del mundo.