Cristo descubierto en el templo de Simone Martini
El epicentro de la pintura gótica en Italia estuvo en la ciudad de Siena, y ahí destacaron dos artistas sobre todo el resto. Uno fue Duccio di Bounisegna y otro Simone Martini (h. 1285 – 1344), de cuya tabla titulada Cristo descubierto en el templo os vamos a hablar hoy.
De hecho, Martini es de alguna forma deudor de la característica espiritualidad y la atmósfera bizantina de los cuadros de Duccio. Pero añadió más modernidad a sus cuadros, incorporando elementos más propios del gótico francés, que conoció de primera mano al trabajar para el rey Roberto de Anjou, instalado en Nápoles. Ahí se empapó de una tradición pictórica distinta en la que se dotaba de elegancia a la líneas de las figuras, casi siempre continuas y sinuosas, más delicadas y sensibles que en el arte gótico italiano.
Esa fluidez en las figuras caracteriza el arte de Simone Martini, y su máximo exponente es La Anunciación, considerada su obra maestra. Figuras que son a la vez humanas y angelicales, además de hermosas. De alguna forma él es el germen del denominado Estilo Gótico Internacional caracterizado por palabras como elegancia, delicadeza y belleza.
Pero ningún otro artista contemporáneo, ni de la generación posterior añadió al arte tanta personalidad. Si bien son característicos de toda esa época los fondos dorados, ningún otro pintor contrastó tanto ese color con los atrevidos tonos que les dio a sus figuras. Unas figuras que llaman la atención por sus vestiduras. Sus colores son poderosos y vibrantes, y el detalle a la hora de pintar mantos y túnicas es prodigioso siempre. Basta fijarse en las cenefas con las que decora los ribetes de las prendas de los tres personajes que aparecen en esta escena.
Por cierto cada uno va con una combinación de colores distinta. Y es que aprovecha ese colorido también para generar dinamismo, acción y hasta mensaje a la escena. Vemos a la Virgen sentada y al Jesús enfrente, casi a la misma altura ambos, pero enfrentados. Están como discutiendo. Una discusión entre madre e hijo en la que trata de mediar San José situado más o menos en el centro. Jesús escucha las explicaciones de su madre con los brazos cruzados, en un claro gesto de incomprensión. Y San José casi le suplica que entienda lo que le dice la Virgen. El pintor consigue mostrarnos la Sagrada Familia como una más, en la que padres e hijos discuten.
Eso sí, se trata de una discusión que emana belleza y elegancia, como siempre ocurre con las obras Simone Martini, también con esta tabla que hizo hacia el año 1342 y que se conserva en la Walker Art Gallery de Liverpool, en Inglaterra.