Crucifixión de Logroño (atribuida a Miguel Ángel)
Este óleo pintado sobre lienzo es uno de los grandes tesoros que acoge el interior de la Concatedral de Santa María la Redonda de la ciudad española de Logroño. Pero, ¿por qué? Pues porque numerosos estudiosos del arte del Renacimiento atribuyen la autoría de esta obra realizada en 1540 al mismísimo Miguel Angel Buonarrotti, del cual no se conocen muchas obras de caballete, poco más de una docena, mientras que son famosísimas algunas de sus pinturas murales, especialmente la Bóveda de la Capilla Sixtina y la pared con la escena del Juicio Final.
No obstante hay que decir que no se puede asegurar que esta tela saliera de las manos del gran artista del Cinquecento, ya que hay varias copias con la escena idéntica de la Crucifixión tanto en Francia como en Inglaterra. Sin embargo, la obra de la concatedral riojana es diferente y vamos a intentar desentrañar el porqué.
Giorgio Vasari, el biógrafo por excelencia de los artistas del Renacimiento, nos habla de una carta de la poetisa Vittoria Colonna en la que cita que Miguel Ángel le regaló un cuadro con esta escena.
Pues bien, Vittoia Colonna, además de poetisa, también era una mujer muy culta, devota y descendiente de la familia aristocrática de los Colonna. Por esa razón en el año 1509 se casó con Ferrante Francesco d’Avalos, Marques de Pescara, cuyos dominios estaban al sur de Italia, en una zona que por entonces quedaba bajo dominio español. Y casualmente, este personaje era originario una familia de Ábalos, una localidad de La Rioja.
Años después del matrimonio, en 1525 tuvo lugar la Batalla de Pavía, en la que se enfrentaron las tropas del rey de Francia, Francisco I, y del rey español, Carlos I, quién finalmente salió vencedor. Pero más allá del resultado de la contienda, lo que nos interesa es que en aquella batalla intervino como Capitán General el propio Ferrante Francesco d’Avalos, el cual resultó herido y finalmente falleció.
Su viuda quedó desconsolada, y en memoria de su esposo escribió tristes poemas, algunos de los cuales se incluyen en la relación epistolar que durante años mantuvo con Miguel Ángel, con el que le unían tanto los intereses artísticos como una profunda devoción religiosa.
De hecho, le pidió un pequeño cuadro con la Crucifixión para que le ayudará en sus oraciones. Algunos investigadores dicen que Miguel Ángel haría varios bocetos y pruebas, que serían las copias que circulan en otros países, pero que Vittoria Colonna eligió esta obra porque le emocionó la espiritualidad de las figuras.
Curiosamente entonces tendría solo las figuras de Cristo en la Cruz, y la Virgen María y San Juan en los lados, además de los dos angelotes que surgen entre las nubes. Faltaría la María Magdalena que vemos abrazada a la cruz, y es que se dice que cuando murió Vittoria Colonna, el propio Miguel Ángel decidió incorporar esta mujer que evoca a su amiga, y que por eso lleva un pañuelo al hombro como símbolo de viudez.
En fin, hasta aquí todo parece confirmado, pero todavía quedaría por aclarar cómo llegó la obra a Logroño. Algo que la gran mayoría de historiadores no lo ven viable, y piensan que en realidad, estamos ante una copia del original que pintaría Miguel Ángel, que en realidad se perdió. Así que como en otras ocasiones los investigadores no se ponen de acuerdo, de ahí que respecto a la Crucifixión de Logroño no se pueda asegurar quién fue su autor, y aparezca en los libros como una obra atribuida.