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Derrota de Senaquerib de Rubens

Publicado por A. Cerra

Derrota de Senaquerib de Rubens

Este cuadro es obra de un Peter Paulus Rubens que pese a su relativa juventud, ya ha alcanzado un grado de madurez más que considerable. El lienzo, que hoy permanece en la Alte Pinakothek de Múnich en Alemania, lo hizo entre los años 1614 y 1615, cuando el artista tendría unos 37 años. Es decir, que todavía no ha llegado a la plenitud de su creación y no ha realizado sus obras más célebres. Pero aún así se nos muestra como uno de los más geniales artistas de la pintura barroca.

En apariencia la escena es de un caos absoluto, un gran tumulto sin orden. Y todo ello para representar una batalla de la Antigüedad, ni más ni menos que de tiempos de los asirios, los cuales también nos relataron artísticamente este episodio en sus relieves del Palacio de Senaquerib.

Pero tras ese desorden inicial, cuando analizamos la composición, se descubre su estudiada estructura. Y todo parte de una diagonal que va desde la esquina inferior derecha hasta la superior izquierda, esa diagonal por la luz, los grupos de figuras y por la presencia central de ese caballo rampante, compuesto en una posición de contrapposto prácticamente imposible.

En torno al animal se dispone la batalla, que ciertamente nos plantea una composición complicada y unos movimientos de lo más dinámicos. La mitad superior de la tela es bastante oscura, pero entre esos nubarrones negros de tormenta se abre en el centro un espacio de luz y de ella salen los ángeles.

Mientras que en la parte inferior se acumulan los hombres, es algo mucho más terrenal. Cada grupo se ubica junto al estandarte que los identifica y cada uno de ellos nos marca una dirección y un movimiento.

En el centro por ejemplo hay un conjunto de caballeros que parecen dirigirse hacia el exterior de la escena. Unos van hacia la izquierda, lo cual les lleva a una zona sombreada de la tela, mientras que otros se encaminan hacia la derecha, más bien huyen atropelladamente y lo vemos claramente al ser una parte muy bien iluminada por el haz de luz que llega desde la zona superior de los ángeles.

El caos bélico y dramático que nos presenta Rubens en realidad es un prodigio compositivo en el que es clave el estudio de color y temperaturas. Relaciona los tonos de sombra grises y azules con otras partes de colores más cálidos e iluminados en donde vibran los reflejos y los tonos amarillos y naranjas.

Pero además del color, hay un estudio compositivo impresionante, plenamente barroco, y sin embargo muy deudor de la pintura del Renacimiento, más en concreto de Leonardo y obras suyas como la batalla de Anghiari. Y es que Rubens, pese a las grandes diferencias de concepto artístico y de época, admiraba profundamente a da Vinci.