El almuerzo de los remeros de Renoir
Se trata de una tela pintada al óleo por Pierre Auguste Renoir en el año 1881, y que actualmente se conserva en la colección Phillips de Washington.
Renoir, como muchos otros pintores impresionistas de su época pintaba al aíre libre, sin embargo en este caso, si bien comenzó a realizar este cuadro en el exterior, lo cierto es que lo concluyó trabajando en su estudio. Y para su realización hizo previamente un estudio de como colocar a los personajes, para lo que contó con la colaboración de amigos, modelos e incluso su futura esposa, ya que todos posaron para él.
El resultado es una obra en la que aportó un encuadre muy cinematográfico, donde nos presenta a las figuras muy cercanas, aproximándose al espectador de forma natural. Al mismo tiempo, que la composición que crea dota al conjunto de una gran unidad, a la vez que cada personaje tiene una rotunda presencia en la obra.
Los diferentes personajes hacen una especie de juegos de miradas, emparejándolas o agrupándolas por tríos, y dando viveza a la escena, de manera que podemos pasar un buen rato mientras jugamos a imaginarnos los diálogos entre ellos y los diferentes significados de cada mirada y cada gesto. Un contenido que destila ligereza y alegría, en un momento de asueto de los personajes.
El almuerzo de los remeros está considerado un obra culmen de su trayectoria como pintor “del natural” en la que se había iniciado veinte años atrás en compañía de otros grandes artistas impresionistas como Claude Monet, Alfred Sisley o Bazille.
Su gran cualidad es la luz que aplica a cada una de las figuras, que salpica sus caras y sus cuerpos, con lo cual consigue que las miradas y las conversaciones revivan entre ellos como brillos efímeros. Y al mismo tiempo invita al espectador a incorporarse a ese medido y estudiado bullicio, y lo hace gracias a la composición en la que es importante la presencia de la mesa blanca en primer plano, la barandilla en diagonal y el toldo que cubre a las figuras y que figuradamente se prolonga y también acoge a los que las observan, en definitiva, a nosotros, los espectadores.
Se puede catalogar semejante composición como muy barroca, en el sentido de que es abierta, con diferentes líneas oblicuas que confluyen en el fondo, y con un encuadre que llega a cortar a diversas figuras. Y curiosamente con tanta persona, el centro lo ocupa una peculiar naturaleza muerta, ya que todos los objetos, la comida y la bebida dispuestos sobre el mantel blanco de la mesa no es otra cosa que un precioso bodegón. Esto por otra parte es bastante habitual en la pintura impresionista, algo que se inició con el afamado Desayuno en la hierba de Manet.
En la producción pictórica de Renoir son muy habituales este tipo de pinturas de atmósfera campestre y con cierto aspecto burgués. Los ejemplos son varios como la tela de Baile en el campo de 1883 del museo de Orsay de París o Jóvenes en el prado de 1890 conservada en el museo Metropolitan de Nueva York, e incluso ambientada en un rincón de París dentro del mismo grupo temático se puede considerar su obra Le moulin de La Galette. Sin olvidar su serie de bañistas, en las que a ese ambiente campestre y burgués le añade el contenido erótico con la presencia de la mujer desnuda.