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El Cid de Rosa Bonheur

Publicado por A. Cerra

El Cid de Rosa Bonheur

Este cuadro lo pintó la artista francesa Rosa Bonheur en el año 1879. Y fue su propio marchante, quien lo regaló al Museo del Prado en Madrid, en agradecimiento por una importante condecoración artística que había recibido un tiempo atrás la pintora. Lo cierto es que esta artista, pese a que ser mujer no era lo ideal en su época, alcanzó el éxito y el reconocimiento en vida, recibiendo los más altos galardones tanto en su Francia natal como en otros territorios extranjeros, desde España a México o Estados Unidos. De hecho, en este último país hasta se comercializó una muñeca con su nombre.

Y esa fama la logró pintando cuadros de temática animal como el que vemos aquí. Así como también reflejó mucha fauna en un ambiente ganadero y rural. De hecho, comenzó así su carrera, pintando establos y ferias del ganado. Y allí alcanzó tanta fama que consiguió que le dejarán asistir vestida con pantalones, para lo cual la policía le concedía periódicamente un “permiso de trasvestismo”.

Ella, vestida de hombre, se sentía muy cómoda, ya que desde niña mostró unas actitudes de lo más masculinas, y sexualmente pronto proclamó su homosexualidad. Y si bien, en su tiempo no era algo habitual, Rosa Bonheur (1822 – 1899) tenía un carácter tan fuerte y tanto carisma, que nadie se atrevió a criticarla abiertamente por ello.

Mientras tanto su arte realista y naturalista era de lo más apreciado gracias a la fuerza de su pintura. Comenzó estudiando arte con su padre, y más tarde aprendió viendo las obras de Gericault, Rubens o Poussin en el Louvre. Y tampoco dudó en adquirir conocimientos de veterinaria y zoología para reflejar mejor las formas de la fauna. E incluso, una vez que adquirió una posición económica holgada, compró el Chateau de By y allí creó un pequeño zoo, donde se cuenta que tuvo hasta leones como el que vemos en este cuadro.

Aquí se puede comprobar que no está pintando un animal, está haciendo un retrato de ese ejemplar en concreto. Algo que hace con un cuidado escrupuloso y un dominio pictórico contrastado. Nos lo presenta con todo detalle, pero también con toda su fuerza salvaje. E incluso algunos ven hasta una expresión, una emoción. Dándole una humanidad al animal que le confiere una atmósfera de lo más moderna a la tela.

Como decimos Rosa Bonheur alcanzó una enorme fama en su tiempo con obras como esta. Si bien no se centró únicamente en la representación de grandes felinos exóticos. En su amplio catálogo de obras, por cierto repartidas por los mejores museos del planeta, también hay telas dedicadas a gatos, perros, patos, vacas o caballos. Un repertorio para la cual nunca le faltó una rica clientela. De manera que cuando falleció dejo una enorme herencia. Casi un milagro tratándose de una mujer del siglo XIX, y no solo mujer, además artista y lesbiana. Sin duda un caso excepcional.