El Cuarto Estado
Este imponente lienzo (293 x 545 cm) es una de las obras más conocidas del arte italiano contemporáneo del siglo XX. Un óleo que pintó el artista Giuseppe Pellizza da Volpedo entre los años 1898 y 1901, y que en la actualidad se expone en la Galería de Arte Moderno de Milán. A este sitio, llegó por la obra jamás se vendió, y fue el propio Ayuntamiento milanés quien la adquirió en 1920.
Para la concepción de esta obra, Volpedo (1868 -1907) se inspiró en una huelga de braceros que había tenido lugar al norte del país, en la fértil llanura del río Po. Aquella huelga alcanzó el rango de símbolo del movimiento sindical y obrero en el país transalpino. Y sin duda alguna, la representación que hizo del mismo en este cuadro se convirtió en el icono de esas luchas sociales.
Vemos a los trabajadores avanzando juntos, a un paso lento pero firme y constante. Son el que se llamó “Cuarto Estado”, el de la masa de los asalariados. Unas gentes que caminan desde la oscuridad que se ve al fondo de la tela, hacia la luz que en el primer plano y más allá. Es difícil que el simbolismo sea más evidente, y por eso se ha convertido en una imagen del movimiento del socialismo y de izquierdas, y no solo en Italia, sino prácticamente en toda Europa.
De todo el grupo de trabajadores tan solo destacan tres figuras que van varios pasos por delante. Y una de esas figuras es una mujer. Una mujer que va descalza, y sostiene a su hijo con su solo brazo.
Y las otras dos figuras son dos hombres. Ambos miran hacia el frente y caminan muy decididos hacia nosotros los espectadores, o más bien avanzan hacia el futuro. Dadas las dimensiones de la tela, son figuras a tamaño natural. Los dos lucen sombreros, uno lleva la chaqueta al hombro y va con la camisa abierta, mientras que el otro lleva un chaleco abotonado. Pero ambos caminan con una actitud de orgullo y mucha decisión, con la cabeza alta y mirándonos de tú a tú.
Y tras ello está el conjunto de trabajadores que les sigue. Un grupo de personas que dan sensación y de ser muchos por las cabezas que se hunden en la profundidad del cuadro. Si bien, la primera línea del grupo está pintada de forma detallada e individualizada. Todos ellos tienen sus propios movimientos de manos, gesticulan, giran sus cabezas en todas las direcciones y sobre todo caminan hacia delante. Desde luego que el grupo consigue transmitir una idea de avance imparable. Por todas estas razones no es extraño que la obra sea la imagen de cualquier movimiento obrero.