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El grito, Antonio Saura

Publicado por Laura Prieto Fernández

El grito nº 7 es obra del pintor español Antonio Saura (1930 – 1998). Saura, que se inició en el mundo de la pintura de manera autodidacta al caer gravemente enfermo en la década de los cincuenta, estuvo muy ligado con las formas surrealistas al comienzo de su carrera. Sus primeras exposiciones se llevaron a cabo en ciudades como Madrid y Zaragoza pero será tras su viaje a Paris en 1954 – 1956 cuando el artista comience a desarrollar su verdadero lenguaje pictórico. Abandona la corriente surrealista para centrarse en la expresión del cuerpo con obras de diversos formatos basadas en una esquemática paleta de blancos y negros.

Grito 7

Fue precisamente por aquellos años en torno a 1957 cuando Saura -junto con algunos de los artistas más destacados de la época Luís Feito, Manuel Millares, Antonio Saura, Antonio Suárez, Pablo Serrano, Martín Chirino…. – formaron un nuevo grupo que revolucionaría la estancada pintura española de la postguerra, El Paso. Las obras de estos artistas pretendían ser, precisamente, un puente de paso entre el estancado mundo artístico en el que la pintura española estaba anquilosada y las nuevas tendencias. Las buenas intenciones y fuerza con la que surgió el grupo apenas duraron ya que tan sólo tres años después El Paso se disolvió.

A finales de los cincuenta y principios de la década de los sesenta Saura comienza sus famosas series; en su obra se hace fundamental las influencias del expresionismo abstracto norteamericano, especialmente las obras de Jackson Pollock o De Kooning.

En el año 1959 Saura realiza en óleo sobre lienzo Grito nº 7 una obra de 195 x 130 cm, como ya hiciera Eduard Munch en 1893 Antonio Saura olvida al personaje, su obra está basada en la simple y llana representación de un grito. Un grito expresivo, fuerte, de rabia contenida.

Saura representa un personaje donde los rasgos antropomórficos aún son bien discernibles: sus manos, la cabeza, las extremidades… se han distorsionado como si de un monstruo se tratara, un hombre deformado por sus sentimientos interiores.

El personaje de Saura que estalla en un grito ensordecedor se disemina por todo el lienzo, sus extremidades estiradas al máximo ocupan todo el cuadro. La obra transmite un movimiento centrífugo, desde el interior del personaje se expande completamente por toda la superficie del lienzo.

La expresividad de la obra es innegable, en ella se puede ver como la pintura adquiere fuerza y dramatismo en cada pincelada. La carga de empaste llega a ser tan saturada que se puede enlazar con el dripping o el action painting desarrollado por Pollock en USA. Las gotas de pintura manchan en lienzo de Grito nº 7 sin disgustar en absoluto al autor, como si su fuerza y rebeldía interior se plasmaran en todas y cada una de las gotas que se derraman en el lienzo.

La paleta es muy reducida –blanco, negro y gris- y sin embargo consigue una gran expresividad; el blanco ocupa los espacios de las pinceladas negras y la variación de las tonalidades otorga variedad a la composición.