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El Jardín Chino de Boucher

Publicado por A. Cerra

Jardín Chino de Boucher

En el siglo XVIII aparece el gusto por todo lo oriental, y especialmente por lo chino, ya que se trata de una cultura remota, exótica y misteriosa que fascinará a los artistas y también a los mecenas que les compran sus obras.

Es verdad que la corriente principal seguía primero el gusto por lo más rococó o el arte académico, pero la llegada de porcelanas, muebles y telas del Lejano Oriente supuso un aire de renovación evidente en los gustos europeos.

Son unas formas completamente distintas a las tradicionales, y esos nuevos cánones estéticos se iban a convertir en una verdadera moda en los salones artísticos de las cortes europeas. Empezarán a usarse muebles orientales en los palacios, o en los jardines se construirán pabellones de té y hasta réplicas de pagodas. Y por supuesto se pondrás de moda la sedas, los lacados, los biombos o los abanicos al estilo chinoise.

En ese contexto tenemos que entender este cuadro del pintor Francoise Boucher, un reconocido pintor rococó con obras tan atractivas como Cupido cautivo o Diana después del baño.

Aquí nos sorprende con esta obra de 1742 que conserva el Museo de Bellas Artes de Besançon. Su título nos dice ya todo respecto a la temática: El Jardín Chino. Y en realidad el propósito de esta imagen era servir de modelo para un tapiz posterior que se iba a realizar en la Real Fábrica de Tapices de Beauvais, la cual estaba dirigida por el pintor Jean Baptiste Oudry.

Todo en el lienzo son elementos exóticos. Comenzando por la propia vegetación. Ninguno de los árboles que se ven al fondo de la escena no son propios de los ambientes franceses. Y a eso hay que sumarle los pabellones, las sombrillas de papel, los sombreros cónicos, las ropas de los personajes, los abanicos, las porcelanas. Es todo un compendio de los elementos más tópicos de la cultura china que habían llegado a Europa en aquel tiempo.

Por otro lado está la composición de la obra. Completamente anárquica en el sentido de que no hay simetría alguna, reina el desorden aparentemente, dada la clara acumulación de personas y cosas. Con un color bastante cálido y pastoso, con el que se da vida a las formas suaves. De alguna forma hasta las tonalidades y el cielo neblinoso con las partes altas de la vegetación hace que nos parece una atmósfera de cuento y de magia. Es decir, las ideas con las que se relacionaba el Extremo Oriente.