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Embarco en Ostia de Santa Paula Romana de Claude Lorrain

Publicado por A. Cerra
Embarco en Ostia de Santa Paula Romana

Embarco en Ostia de Santa Paula Romana

Esta obra pintada al óleo sobre un lienzo de enormes dimensiones (211 x 145 cm) fue realizada por el artista francés Claude Lorrain, nacido en 1600 y muerto tras una larga vida en 1682. El nombre verdadero de este personaje era Claude Gellée y también es conocido por su nombre traducido al español, Claudio de Lorena, ya que trabajó para la corona española en más de una ocasión.

Ejemplo de ello es esta obra que se conserva en el museo del Prado de Madrid, sede donde se salvaguardan y exponen las más importantes pinturas de la colección real española, porque el hecho es que fue un cuadro encargado por el monarca Felipe IV. En realidad, el encargo real consistió en pintar cuatro obras diferentes. Dos tratando temas de las Sagradas Escrituras, concretamente Moisés salvado en el Nilo y Tobías y el arcángel Gabriel. Mientras que las otras dos obras tenían que representar temas de la hagiografía romana, se decidió que fueran el Entierro de Santa Serapia y ésta que representa el Embarco en Ostia de Santa Paula Romana.

Claude Lorrain es uno de los máximos exponentes de la pintura barroca francesa y europea del siglo XVII, junto a artistas de la talla de Nicolá Poussin y Jean Antoine Watteau. En esta obra se ven muchas de las constantes que identifican su producción pictórica. Uno de estos elementos significativos de su pintura son las arquitecturas clásicas que aquí aparecen a ambos lados de un lienzo de formato vertical y que sirven para enmarcar las aguas del mar Mediterráneo donde se sitúa el puerto de Ostia, puerto que tradicionalmente ha servido de salida marítima para la ciudad de Roma.

Y desde luego si algo personifica la pintura de Claude Lorrain es su magistral plasmación de la luz. Aquí vemos en primer término y en la parte baja las gradas del embarcadero del puerto. Y por esas gradas desciende Santa Paula acompañada por sus seguidores. Esta zona está como más oscura y con sombras, pero desde esa parte de la tela se va iluminando hacia el centro de la escena que coincide con el horizonte donde el cielo toma los tonos de amanecer.

Esta secuencia de luz hacia la profundidad de los paisajes se repite en muchas otras obras de Lorrain, y siempre lo hace creando una sucesión de planos casi independientes, como si se tratara de telones, que la luz va uniendo y fundiendo. Y es que no hay que olvidar que el arte barroco, y más concretamente la pintura tiene una íntima relación con el teatro. De manera que aquí la tela presenta un paisaje casi irreal y sumamente compacto.

Lo cierto es que este artista fue un extraordinario paisajista, sin embargo no era tan ducho cuando afrontaba la tarea de pintar figuras humanas. De hecho, en muchas ocasiones esa labor la dejaba para otros pintores colaboradores suyos, como Filippo Lauri o Jacques Courtois. Sin embargo, para esta obra todos los historiadores del arte se ponen prácticamente de acuerdo en que las figuras humanas también salieron de los pinceles de Claude Lorrain.