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Fiesta en un parque de Watteau

Publicado por A. Cerra
Fiesta en un parque de Watteau

Fiesta en un parque de Watteau

Antoine Watteau (1684 – 1721) nació en Bélgica, pero desarrolló prácticamente toda su carrera artística en Francia, donde falleció a la corta edad de 37 años. Una vida corta que pero que le sirvió para convertirse en uno de los más grandes representantes del arte y la pintura Rococó y posiblemente sea el pintor de mayor calidad en Europa durante las primeras décadas del siglo XVIII.

Como era habitual entre los pintores de la época, proyectó fastuosas decoraciones para los salones y estancias de los grandes palacios y castillos de la aristocracia. En realidad esas decoraciones que hicieron Watteau y otros pintores del momento se concebían como escenarios para ambientar las habituales y ampulosas fiestas cortesanas de las más altas clases sociales.

Pero a Watteu, además de realizar esas obras por encargo, también le gustó crear sus propias obras, a su capricho, en las que plasmaba su propia visión sobre los modos de vida aristocráticos, lo que no significa que lo hiciera de modo crítico, si no que simplemente las pintaba sin los condicionantes que le podían poner los encargantes. Para ello no duda en inventarse paisajes que en realidad son parques siempre soleados, en los que la atmósfera se baña de música, y los personajes que aparecen por ahí siempre son bellos y graciosos. Constantemente vestidos con sus mejores galas, y por muy delicadas que sean sus prendas de seda o terciopelo, ni se manchan ni se rompen.

En realidad toda esa artificiosidad es la propia definición del arte rococó. No es que Watteau se apuntará a esa moda, sino más bien él contribuyó enormemente a crearla. A partir de él, abundaron las obras de otros creadores con características semejantes, pero él fue quién innovó ese estilo y sus creaciones son las más originales y de más calidad.

En este cuadro de hacia 1718 titulado Fiesta en un Parque de la Colección Wallace, vemos todos esos elementos típicos de su arte: alegría, ambiente cortesano, un colorido esplendoroso, todo muy dulce. La luz baña el espacio y juega sobre los trajes, creando un ámbito de paraíso aristocrático.

Destaca su pincelada suave y las refinadas armonías de color, que son toda una marca de la casa en la obras de Watteau, tanto que la gran mayoría de sus imitadores, jamás alcanzaron semejantes cotas de calidad. Y sobre todo son inimitables porque bajo esa aura de alegría, siempre es capaz de imprimir un matiz de tristeza a esas visiones que indudablemente son enormemente bellas. Quizás esa melancolía sea propia de una persona que sufría tuberculosis, y mucho se ha especulado, con que él mismo sabía lo corta que iba a ser su vida, y por eso fue capaz de dar a sus obras esa intensidad de quién tiene muy claro lo breve y transitoria que es la vida.