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Joven con gorra de piel y coraza de Carel Fabritius

Publicado por A. Cerra

Joven con gorra de piel y coraza de Carel Fabritius

Aunque el título de esta obra tenga un carácter de lo más descriptivo, los estudiosos de la pintura barroca holandesa, consideran que es más que probable que se trate de un autorretrato del artista Carel Fabritius (1622 – 1654) realizado en el mismo año de su temprana muerte.

Aquel año 1654, Fabritius resultó gravemente herido debido a que muy cerca de su estudio explotó un almacén de pólvora. Por cierto, un accidente cuyas consecuencias quedaron recogidas por otro pintor de la época: Egbert van der Poel.

Carel Fabritius era hijo de un maestro que también era pintor aficionado, de hecho sería su progenitor quien le enseñó las primeras nociones artísticas. Sin embargo, pronto entró al taller de Rembrandt, con quien trabajó justo antes de cumplir los 20 años.

Lo cierto es que no ha dejado demasiadas obras, debido a su corta vida, y que además algunos de sus trabajos se han perdido con el paso de los siglos, ya que las crónicas de la época hablan de él como un gran pintor de perspectivas ilusionistas en pinturas murales, pero lamentablemente no ha llegado hasta nuestros días ningún trabajo suyo de tal temática.

El caso es que sabiendo que se formó con Rembrandt, podemos considerar que fue un artista con maestría y también con mucha personalidad, ya que evolucionó en ciertos elementos respecto al gran genio holandés. Por ejemplo, una diferencia es que cuando Rembrandt hacia retratos o personajes en un primer plano dominando por completo la escena, como en su exuberante Artemisa, suele colocar a las figuras sobre un fondo oscuro y la luz incide verticalmente sobre ellas. Sin embargo, como podemos ver en este busto, Fabritius trabaja los retratos de un modo diferente.

Le gusta más que el fondo sea un cielo, nuboso como no podía ser de otro modo conociendo sus orígenes en los Países Bajos. Si bien no suelen ser tormentosos ni agitados, como han utilizado otros grandes maestros del Barroco, sin ir más lejos, Rubens.

Puede parecer un tanto exagerado colocar el nombre de un pintor como Carel Fabritius junto al de dos de los artistas más universales del siglo XVII, Rembrandt van Rijn y Peter Paulus Rubens, pero lo cierto es que la calidad de Fabritius es considerable. No han llegado muchas obras suyas a nuestros días, y eso tampoco ha ayudado a su conocimiento, pero es evidente que ya en su tiempo su nombre alcanzó cierto prestigio y sonaba cada vez más entre los círculos artísticos. Y aunque muriera pobre y demasiado joven, alcanzó la fama y posiblemente esa se hubiera incrementado con una vida más larga.