La caída de Faetón, Jan Carel Van Eyck
Como herencia de la tradición gremial muchos de los grandes pintores de todos los tiempos contaron con un taller que les permitía cumplir con los encargos que le solicitaban a la vez que los jóvenes pintores tenían la oportunidad de trabajar de primera mano con grandes artistas aprendiendo las formas, trucos y maneras que les permitiesen realizar con éxito la actividad artística. En este contexto debemos señalar como grandes artistas salieron de los talleres de otros maestros completando así un círculo en el que el aprendiz absorbía el conocimiento de su maestro para incorporar sus propias habilidades estéticas y así trasmitirlo a futuros artistas.
Así pues en la historia del arte podemos señalar como los grandes artistas tienen también su reflejo en el taller que los representaba ya que si bien era e pintor principal era el encargado de realizar la composición o algunas de las partes más significativas de los lienzos, muchas otras quedaban en manos de los aprendices del taller.
La obra que aquí analizamos hoy conocida como La caída de Faetón, es una obra del taller de Rubens realizada por el pintor flamenco Jan Carel Van Eyck -quien no debe ser confundido con el pintor Jan Van Eyck precursor de los Primitivos Flamencos-. La información que conocemos del lienzo nos habla por un lado del hecho de que Rubens contaba en su taller con grandes pintores, tanto es así que sus nombres han trascendido y brillado por cuenta propia; pero además sabemos que en este momento Pedro Pablo Rubens contaba con tal cantidad de trabajo que el hecho de realizar solo todos los lienzos resultaba impensable.
En realidad, parece lógico pensar que Rubens necesitase ayuda para emprender el fastuoso encargo que el monarca español Felipe IV le había realizado en la Torre de la Parada; éste era un fastuoso palacio de caza situado en las inmediaciones de El Pardo que el artista flamenco debía decorar con lienzos de tema mitológico basándose para ello en Las Metamorfosis de Ovidio.
En esta ocasión el lienzo de Van Eyck realizado según el boceto de Rubens representa la historia de Faetón, hijo de Apolo, quien para demostrar que era hijo de un dios pidió a su padre conducir el carro de fuego. A pesar de que Faetón fue advertido del peligro que esto suponía aceptó el reto. Sin embargo como bien había predicho Apolo el carro fue demasiado potente para el joven y cuando se le desbocó y sembró el pánico en la tierra, Zeus hubo de intervenir lanzando un rayo que acabó con la vida del joven jinete.
La representación de la obra es precisamente el momento en el que el joven sale despedido del carro tras impactarle el rayo de Zeus. Especial mención merece la representación de la musculatura de los animales que pese a las extrañas posturas en las que se encuentran gozan de gran realismo. El lienzo adquiere una sensación de caos e ingravidez que le otorga un gran valor en la producción artística de Van Eyck.