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Joven entre rosas de Nicholas Hilliard

Publicado por A. Cerra

Joven entre rosas de Nicholas Hilliard

El artista inglés Nicholas Hilliard (1547 – 1619) es uno de los mejores exponentes de la pintura en miniatura. Un tipo de trabajos que tuvieron mucha aceptación en Europa desde el siglo XVI y hasta el XIX. De alguna forma estas pinturas se comenzaron a hacer populares a partir del primer retrato en miniatura que se hizo en Francia en 1526 por parte del pintor Jean Clouet al rey Francisco I.

A partir de entonces hacer retratos en este formato se hizo cada vez más habitual, y de hecho Nicholas Hilliard hizo infinidad de retratos en miniatura, tanto de la reina Isabel I como de toros miembros aristocráticos de su corte, con la cual siempre se identificó.

Son retratos por regla general de cuerpo entero, o como mucho de medio cuerpo, pero rarísima vez se trata de bustos o simples rostros. Obras que pintaba con acuarela sobre una superficie de vitela, es decir un tipo de pergamino hecho con piel de ternero. Eran pequeñas joyas de unos 15 centímetros destinadas a guardarse en vitrinas, cajitas de marfil o incluso en relicarios, sobre todo cuando se realizaban para la conmemoración u homenaje a algún difunto.

No obstante también tenían un uso en personas vivas, para alabar a alguna personalidad o como una herramienta más del cortejo o de la demostración de afecto amoroso entre parejas. La imagen que aquí mostramos de Joven entre rosas seguramente pertenece a este último grupo. Es una acuarela que Hilliard haría en torno al año 1587 y que pese a su reducido tamaño al observarla con detenimiento se puede comprobar que está plagada de símbolos.

Como indica su título se trata de una figura joven rodeado por una maraña de rosas, cada una de ellas pintadas con cinco pétalos. Esta rosa era el símbolo personal de la reina Isabel I. También la predominancia de los colores blancos y negros en la ropa del joven evocan la perseverancia y la castidad de la monarca. Es decir, que es una representación de un personaje que se declara fiel seguido de su reina. De hecho, la presencia del árbol no es casual, ya que es un símbolo de lealtad.

Obviamente, no deja de ser una declaración de amor a la reina, así que los historiadores han tratado de identificar quién sería el personaje. Y hay historiadores que piensan que sería Robert Deveraux, segundo conde de Essex, quién mantuvo un corto romance con Isabel. Sin embargo, ella lo acabó rechazando y él mismo describió su situación como una abeja a la que no dejan vivir de las rosas. Quizás se hizo pintar así para recordar o bien lo hizo mientras mantuvieron la relación.

En todo caso es un fabuloso ejemplo de tono romántico, pero con ciertos toques de picaresca que imprimió Hilliard a sus retratos. Por cierto, algo que tiene en común con el mejor representante del periodo isabelino, su contemporáneo William Shakespeare.