La Aurora de Guido Reni
El pintor Guido Reni es sobre todo famoso por sus grandes lienzos de pintura religiosa, como es el caso de su famoso Martirio de San Pedro. Sin embargo, este artista barroco también hizo mucha pintura de temática mitológica, tal es el caso de su célebre lienzo de Hipomenes y Atalanta, o de los frescos que aquí nos ocupan que llevan por título La Aurora.
La Aurora se trata de una pintura murale que llevó a cabo entre los años 1612 y 1614 en uno de los pabellones del jardín del Palacio Pallavicini Rospigliosi en Roma. En la imagen se representa al dios Apolo cabalgando en el carro del Sol, que va rodeado por las figuras de las Horas, y cuyo camino va precedido por la personificación de la Aurora.
Como ocurre en otras muchas pinturas murales del Barroco, el tema es absolutamente decorativo y lo que ha pretendido el artista es trata de recrear un cuadro en el pared, es lo que se llama “quadro riportato”, al que incluso Guido Reni le pinta un marco, lo cual le da ese valor ornamental, al mismo tiempo que lo aísla del resto del techo.
El tono de la escena es claramente heroico, y se concibe como un grandioso relieve, si bien, como es característico del Barroco, se introduce en la escena la idea de movimiento. Eso sí, un movimiento basado en ritmos muy elegantes, como tomados de las pinturas de Rafael al que tanto apreciaba Reni.
También se puede apreciar la influencia de Anibal Carracci, el autor por antonomasia de frescos a comienzos del Barroco con obras como la Galería Farnesio. De hecho, Reni había estado de aprendiz con él. Por eso no nos pueden extrañar ciertas características de estilo como el dibujo muy claro o el uso de colores contrastados y bastante vivos.
Toda la escena queda bañada por una luz dorada, lo cual transmite ese tono heroico y también cierta emoción, la cual se ve aumentada por los colores fuertes. Es decir, podemos ver todos los elementos propios de la corriente clasicista en la pintura italiana de inicios del siglo XVII.
Al observar la pintura se siente que estas figuras tienen monumentalidad, cierto porte escultórico que evoca al arte clásico y al Renacimiento. Pero a eso le une recursos muy barrocos, como la agitación o los efectos de una luz resplandeciente que en ciertas partes del fresco casi es transparente. En definitiva, estamos ante una de las mejores obras de Guido Reni, tal vez su creación más elegante.