Martirio de San Pedro de Reni
Esta obra la pintó Guido Reni en el año 1604 y en la actualidad permanece expuesta en los Museos Vaticanos. Si bien en realidad, fue pintado para la iglesia de San Pablo de la Tres Fuentes, por encargo del cardenal Aldobrandini.
Y el objetivo con el que el cardenal encomendó esta obra a Reni, fue que transmitiera la idea de dar la vida por la fe, conmoviendo y convenciendo con ello a los fieles. Otro gran artista barroco contemporáneo a Guido Reni (1575 – 1642), aunque menos longevo como Caravaggio (1571 – 1610) también había pintado este mismo tema del martirio del apóstol Pedro. Y en ambas obras aparecen cuatro figuras, pero las composiciones en una y otra son bien diferentes.
De hecho la comparación entre ambas obras no es asunto reciente, sino que ya en su momento se establecieron ese tipo de comentarios, especialmente por parte de algunos enemigos de Caravaggio, que los tenía abundantes dado su difícil carácter. Y estos enemigos querían aprovechar la extraordinaria maestría pictórica de Guido Reni para dejar a su rival sin clientela. Aunque en realidad, Reni, sin duda un gran pintor pero sin la genialidad de Caravaggio, trataba más bien de aprender de él y este cuadro puede entenderse en ese sentido. Como una demostración de lo que Reni ha asimilado del arte de Caravaggio.
Eso sí, elimina todo lo que considera indigno. En la obra de Reni, el santo no se rebela ante su martirio y su destino, todo lo contrario, expresa invocación y ofrecimiento. Reni quiere trasmitir una belleza moral. Pero evidentemente toma elementos de Caravaggio, como el realismo y la luz tenebrista. Una luz que no alcanza las cotas del gran maestro, pero que es más que destacable. No logra crear ese fondo neutro del tenebrismo, ya que al fondo se distingue un paisaje, descubierto entre la luz irreal que inunda toda la composición. Y en el caso del realismo, se manifiesta contemplando las fisonomías, todas ellas de gran expresividad y verosimilitud psicológica.
Reni optó por la composición tradicional en el que se ve como crucifican la apóstol boca abajo. Lo cual le permite crear esa composición triangular, muy, muy aguda y estilizada. El gran logro para conseguir el equilibrio en esa composición tan vertical, es la contraposición que hace de las diferentes actitudes y gestos de los personajes. Por ejemplo es muy curioso ver la actitud de los verdugos que parecen tener un comportamiento irracional, actuando de forma completamente automática, cumpliendo con su trabajo aunque éste sea torturar a un hombre.
Y en cuanto al color del cuadro, se trata de un colorido muy vivo, dotado de excelente texturización, algo habitual en los pintores de origen boloñés, como es el caso de Guido Reni o los hermanos Carracci.