La balsa de la Medusa. Géricault (1818-1819)
Tal vez sea el cuadro más importante del pintor, ya que constituye un verdadero manifiesto de la pintura del Romanticismo. Se expuso en París en el Salón Oficial de 1819, siendo un cuadro de gran formato como correspondía a los de asunto histórico, construido a través de un trágico hecho real, ocurrido en 1816. Actualmente se encuentra en el Museo del Louvre (París).
La Medusa era el nombre de una fragata francesa que transportaba a un grupo de colonos franceses hacia Senegal que, naufragó durante una tempestad cuando navegaba a lo largo de la costa africana. De los 149 pasajeros que se refugiaron en una gran balsa durante doce días, tan solo encontraron a quince vivos cuando acudieron a rescatarlos. Los supervivientes pronto contaron los horrores que habían hecho y soportado, hambre, sed, insolación, locura, suicidio, asesinato, canibalismo,… La historia tuvo un enorme eco en la prensa francesa del momento e impresionó fuertemente al pintor Géricault, igual que al resto de la opinión pública. Tras realizar numerosos estudios y varios bocetos (interroga a los supervivientes, estudia a los moribundos, encarga una maqueta de la balsa, et.) consiguió al fin concretar el proyecto que le conducirá a la realización definitiva de la obra.
Con ella se pone fin a toda una tradición pictórica francesa que se extiende hasta los primeros años del s. XIX y, que consiste en una glorificación de las epopeyas napoleónicas, ya que aquí se contradice esa concepción de la historia, puesto que no hay heroísmo, ni gloria, ni triunfo, solo desesperación, desastre y muerte. Incluso Michelet (historiador de la revolución francesa) vio en la obra una especie de alegoría de Francia, a la deriva tras la caída de Napoleón. Muchos de los liberales utilizaron ese naufragio para atacar al gobierno del Antiguo Régimen que había vuelto con los Borbones tras la derrota napoleónica.
Los cuadros clásicos tenían sus leyes: pocos protagonistas dispuestos ordenadamente sobre el escenario, cada uno con un gesto que expresaba o condensaba su papel, resolviendo así la acción. En el de Géricault hay una muchedumbre, una maraña de personajes desconocidos, un enredo de cuerpos entrelazados que no están realizando ninguna acción heroica, sino sufriendo desesperadamente. El momento elegido por el pintor es cuando los supervivientes a lo lejos avistan otro barco y esperan ser rescatados.
En cuanto a la composición, para Argán hay un crescendo que parte de cero, de los muertos en primer plano, de los moribundos ya indiferentes a todo, para pasar a los reanimados por la esperanza. Sobre el plano inestable y oscilante de la balsa la composición muestra dos ejes contrarios, uno marcado por el cadáver (la cara del mismo es un retrato de su amigo Delacroix) que yace en el primer plano sostenido por un anciano, y que continúa hasta el joven situado en la parte superior que levanta la tela pidiendo ayuda; el otro por el mástil del velamen completado por la diagonal del cadáver del primer plano a la derecha del lienzo. Estas diagonales compositivas, evocan la fuerza del barroco.
La galería de actitudes y posiciones de los cuerpos actúa como el elemento esencial del drama humano que nos muestra el pintor, su realismo dramático recuerda a los cuerpos de Miguel Ángel o Rubens. Aunque prescinde de detalles escabrosos, como úlceras o escenas de canibalismo relatadas por los supervivientes, los gestos, las miradas y otros componentes del cuadro como la luz, los colores, la atmósfera o el mar, terminan por dotar a la obra de una intensidad trágica tal y como el episodio había sido. El cielo lo representa ennegrecido por una serie de nubarrones oscuros, el mar levantado en un fuerte oleaje y oscurecido por el amenazante reflejo del cielo y la luz es caravaggiesca, reflejando intensos contrastes que nos remiten al tenebrismo. Es una obra desbordante de pasión, con total ausencia de elementos de estoicismo o heroísmo, tan solo seres humanos anónimos protagonistas de una tragedia inconmensurable.