La carrera de la prostituta de Hogarth
El pintor inglés William Hogarth (1697 -1764) realizó numerosos cuadros de pintura a lo largo de su vida, pero también destacó en su época como un excelente grabador. De hecho, ha pasado a la Historia del Arte como un gran grabador gracias a sus imágenes cargadas de sátira social.
Uno de los ejemplos de esta producción es su serie de La Carrera de la Prostituta, concebida por Hogarth entre los años 1732 y 1733. Una colección de grabados que en la actualidad se muestran en el British Museum de Londres.
A la hora de elaborar este tipo de escenas, su autor quería reflejar con ellas “historias morales modernas” de forma que generalmente se tornan en instantáneas de un tono bastante ácido y crítico. Y siempre se trata de representaciones como muy teatrales, de hecho él mismo indicaba que imaginaba esas imágenes como si fueran teatro, donde sus escenas y personajes se convertían en obras enteras, de ahí las series, interpretadas por personajes continuos a lo largo de la serie.
Fue el sistema que aplicó para La Carrera de la Prostituta, pero para otras series de obras muy mordaces como La Carrera del Libertino, compuesta por seis escenas, o La campaña electoral, compuesta de otras cuatro escenas.
En el caso de La Carrera de la Prostituta, el relato ilustrado se completa con seis grabados diferentes, y a través de ellos nos va narrando la vida de la protagonista, desde sus comienzos de una infancia en el medio rural hasta su muerte en la última de las escenas.
Según los investigadores de este artista del periodo rococó, la idea tal vez se la pudo inspirar la lectura de una obra muy popular en aquellos tiempos, Fortuna y adversidades de la famosa Moll Flanders, publicada en 1722 por el novelista Daniel Defoe, sobre todo conocido por su obra de Robinson Crusoe. De hecho, incluso el nombre de la protagonista de los grabados de William Hogarth también es Moll.
Lo cierto es que antes de hacer estos grabados, Hogarth hizo cuadros con idéntica temática, pero tras mostrarlos vio que tenían mucho éxito, así que decidió hacer estos grabados destinados a la venta. Y él mismo vendía el juego de seis grabados al precio de una guinea.
Y es que como ya se ha dicho más arriba, William Hogarth también destacó como pintor, especialmente como retratista. Y en sus obras, muchas de ellas salvaguardadas en el mismo Bristish Museum o en la también londinense National Gallery, nos muestra un estilo bien diferentes a la acidez de sus grabados de tono crítico y moralista. Se trata de retratos, a veces de gentes anónimas, en los que se manifiesta la elegancia y la distinción típicamente británica de este género, basada en uno de los retratistas barrocos que crearon escuela en Gran Bretaña, el pintor de origen flamenco Anton Van Dyck. Y en estos retratos se puede comprobar la típica pincelada muy suelta característica de Hogarth, así como su sentido muy libre del uso del color, especialmente en sus pinturas de madurez.