La Catedral de Rouen de Monet
Esta obra pertenece a una serie de cuadros que pintó Claude Monet donde se nos muestra la fachada de la catedral gótica de Rouen a diversas horas del día, con diferentes estados de la luz y variados efectos atmosféricos.
Esa forma de pintar, eligiendo un motivo, y pintándolo reiteradamente en diferentes días y momentos, es algo que Monet hizo en varias ocasiones, como por ejemplo su serie de cuadros sobre la estación de Saint Lazare en París, o al final de su vida, las innumerables veces que pintó sus Nenúfares.
Para la serie de cuadros sobre la Catedral de Rouen, Monet añadió en el título una clave para saber cuándo y cómo pintó el monumento. Por ejemplo, una de la telas se titula Vista matinal. Armonía Blanca, y en ella plasma el edificio sin ni una sola línea recta en el dibujo, sólo mostrándonos la apariencia del mismo. De esta forma, Monet consigue pasar de lo táctil a lo visual. Algo similar a lo que consigue en otro cuadro de esta misma serie, titulado A pleno sol sobre la fachada. Armonía en azul y oro.
Lo que persigue el artista con estos cuadros es desrealizar la materia. Y convierte la luz en color. Va salpicando la tela de pinceladas de colores diferentes, los cuales por vibración, se irán mezclando físicamente en el ojo del espectador. Pero no se trata del Puntillismo o Divisionismo que vendrá con el Postimpresionismo, se trata de algo mucho más intuitivo.
Hay que tener en cuenta que por aquel entonces Monet ya había creado y explotado hasta la saciedad las formas impresionistas, y estaba en una constante investigación sobre el arte, la luz y el color. Y a ello se dedicaba con estas series. Porque por ejemplo, sobre esta catedral pintó aproximadamente unos treinta cuadros entre los años 1892 y 1893, si bien los firmó con la fecha de 1894.
Nos muestra la catedral como una especie de símbolo de una antigua ciudad, un símbolo que todavía se engrandece más al aparecer a su lado una pequeña casa, que de alguna forma queda empequeñecida y también protegida por el monumento.
Pero en cuanto a la catedral en sí, muy valorada por sus formas y esculturas góticas, parece que Monet la haya querido hacer irreconocible, a veces deformada, otras envuelta en una espesa bruma y en ocasiones sólo mostrándonos una parte del edificio.
En todas estas telas, la atmósfera vaporosa vibra. Y la luz que llega hasta el edificio es devuelta por la piedra de la construcción, creando un interesante juego de reflejos e irradiaciones, que en realidad es el objeto de la pintura de Monet. Y todo ello para conseguir la sensación de que la imagen va más allá del lienzo, de alguna forma anticipándose a tendencias artísticas posteriores, donde se tiene el objetivo de que el campo de la conciencia del espectador deja de coincidir con el campo visual que muestra el objeto artístico.