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La Natividad de Federico Barocci

Publicado por A. Cerra

La Natividad de Federico Barocci

Esta pintura que realizó el italiano Federico Barocci en el año 1597 y que hoy en día se conserva en el Museo del Prado de Madrid representa una escena del Nacimiento de Jesús, pero lo cierto es que el artista se ha saltado ciertos esquemas y elementos establecidos para este capítulo tan escenificado en la Historia del Arte.

Por ejemplo, no ha ubicado la escena en un portal en ruinas, que siempre le da un toque heroico al acontecimiento. Al igual que tampoco nos presenta al Niño desnudo, sino como un personaje al que ya su madre, la Virgen María hace el gesto de arrodillarse para mirarlo con reverencia. Mientras que su padre, José, está abriendo la puerta de la habitación para que ya entren los pastores a adorarlo.

Todo ello descrito de una forma bastante realista y el pintor se ha detenido en pintar con detalle algunos elementos, desde el pajar o las ropas, hasta algún cesto o el abrigo de Jesús. Y por supuesto, también aparecen otros protagonistas importantes en la iconografía más clásica de la Natividad. Nos referimos al buey y el burro, cuyas cabezas aparecen silueteadas a contraluz por el lado derecho, y son dos animales que están mirando maravillados ese foco de luz que es la escena de madre e hijo.

A Barocci (1526 – 1612) se le considera un pintor principalmente de estilo manierista, pero sin duda puso sus propias aportaciones de interés y que luego fueron muy valoradas en el periodo del barroco. Por ejemplo, el detalle de San José abriendo la puerta es de lo más sugerente. El personaje con su escorzo, en el que al mismo tiempo mira a los pastores del exterior y con su mano izquierda señala a su interior, se convierte en un elemento de continuidad, de perspectiva y de sensación de tercera dimensión. No se trata de simplemente de ocupar un plano en profundidad, sino que el personaje con su postura y sus gestos se trasforma en la idea de profundidad.

Es cierto que con el paso de los años, y la llegada de corrientes más propias del arte Barroco representadas tanto por Caravaggio como por Anibale Carracci, el prestigio y fama del arte de Barocci decayó. Pero en Urbino, su ciudad natal siempre fue un artista muy respetado. Y de hecho este cuadro era propiedad del duque de Urbino, quién lo apreciaba tanto que se convirtió en un estupendo regalo para Margarita de Austria, la esposa del rey de España Felipe III. Desde entonces perteneció a la familia real española y de ahí pasó en su momento a engrosar la colección del Museo del Prado.