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La salida del Bucentauro en el día de la Ascensión de Guardi

Publicado por A. Cerra

La salida del Bucentauro en el día de la Ascensión de Guardi

El Bucentauro era el mayor de los barcos que poseía el poderoso Dux de Venecia y únicamente salía a navegar con motivos protocolarios para fascinar a los mandatarios extranjeros que llegaba a la ciudad. Y también navegaba en ciertas jornadas festivas. Como en el día de la Ascensión cuando se celebraba todo un ceremonial para confirmar los esponsales de la ciudad con el mar, su gran fuente de riqueza. Y entre ese ritual estaba el momento en el que el Dux lanzaba un anillo a las aguas para plasmar así ese matrimonio de Venecia con el Adriático.

Esta celebración tenía lugar todos los años y su origen en un homenaje que también se hacía al recordado dux o dogo Pietro Orsolo, quien hacia el año 1000 había zarpado un día de la Ascensión a la conquista de las tierras de Dalmacia (la actual costa de Croacia).

El gran pintor de la vistas de Venecia, o sea, Canaletto, pintó en más de una ocasión esta nave y estas fiestas. Y también lo hizo el otro gran retratista de la ciudad de los canales, Francesco Guardi (1712 – 1793), como vemos en este cuadro que posee el Museo del Louvre de París.

La obra forma parte de una serie de cuadros denominados Solenitá dogali, en honor de los festejos de 1763 del dogo Alviso IV Mocenigo. Fueron doce lienzos donde Guardi se dedicó a replicar muy fielmente escenas que había dibujado Canaletto y que había grabado Giambattista Brustolon.

Por este motivo, hubo un tiempo en que se dudaba respecto a la autoría del cuadro, pero sin duda que el estilo pictórico es de Guardi, quien era mucho más suelto, casi lánguido en su pincelada y en su paleta de colores.

Lo que sí que tienen en común es el gran detallismo con el que afrontan sus vistas de la ciudad. En este caso es como una maravillosa instantánea del momento, y se puede ver la minuciosidad a la hora de pintar los edificios, los ropajes de los asistentes o los detalles en las embarcaciones que navegan por ahí a modo de séquito del Bucentauro, que sin duda es el gran protagonista del lienzo.

Se trataba de una enorme galera que en este caso se había fabricado en el año 1729. Este fue el último Bucentauro de la historia y alcanzaba un tamaño de 35 metros de eslora. Una joya que destruiría unos años después Napoleón Bonaparte cuando tomó la ciudad italiana. Así que gracias a cuadros como este nos podemos hacer una idea de la embarcación que era. Disponía de más de 40 remos y se necesitaban casi 170 remeros para moverla. Todos ellos se situaban en la planta más baja del barco, mientras que arriba el espacio se cubría con un grandioso baldaquino para proteger de las inclemencias climáticas a los gobernantes y aristócratas que iban en ella. Por supuesto rodeados de todo tipo de lujos. Es decir, era una nave admirable y poco práctica, más allá de sustentar todo el aparato y opulencia que rodeó siempre al gobierno ducal de Venecia.

Adentrándonos más en la obra de Guardi, podemos apreciar cómo el artista logra capturar la esencia de la celebración, con un manejo magistral de la luz y la sombra. El reflejo del sol en el agua, la multitud de personas en las embarcaciones y en las orillas, y la majestuosidad del Bucentauro, todo ello contribuye a crear una atmósfera de festividad y esplendor.

El Bucentauro, con su ornamentación dorada y su tamaño imponente, se destaca en el centro de la composición, atrayendo la mirada del espectador. Guardi logra transmitir la importancia de este barco y su papel central en la ceremonia, así como la magnificencia de la celebración en sí.

Además de la representación detallada del Bucentauro, Guardi también presta atención a los otros barcos en la escena. Aunque son más pequeños y menos ornamentados, cada uno de ellos está pintado con un nivel de detalle que demuestra el cuidado y la dedicación del artista.

El cuadro también destaca por su representación de la arquitectura de Venecia. Los edificios, aunque en segundo plano, están pintados con precisión y detalle, lo que añade profundidad y realismo a la escena. La Basílica de San Marcos, uno de los edificios más emblemáticos de Venecia, se puede ver en el fondo, añadiendo un toque de reconocimiento a la escena.

En definitiva, «La salida del Bucentauro en el día de la Ascensión» de Guardi es una obra maestra que captura un momento histórico importante de Venecia. A través de su detallismo y su habilidad para capturar la atmósfera de la celebración, Guardi nos transporta a esa época y nos permite apreciar la grandeza y el esplendor de la ciudad y su Bucentauro.