La sirena de Giulio Aristide Sartorio
Este cuadro de 1893 es un buen exponente de la peculiar producción pictórica del italiano Giulio Aristide Sartorio, un pintor que cabalgó en un estilo que poseía notas del arte prerrafaelista, del simbolismo y de movimientos postimpresionistas como el modernismo. De hecho, tenemos que considerarlo un creador de lo más heterogéneo que lo mismo ejecutaba copias de arte antiguo que se adentrar en técnicas como la fotografía o la litografía.
La obra en cuestión tiene un doble título La sirena o El abismo verde, y sus referencias en la mitología clásica son más que evidentes. Un cuadro al óleo que hoy en día atesora la Galeria Civica de Arte Moderna y Contemporanea de Turín.
La vista del cuadro es cenital y vemos parcialmente a la sirena en las aguas. Y decimos parcialmente porque solo contemplamos su bella melena, su rostro y uno de sus brazos en la superficie, mientras que el resto de su cuerpo de carácter marino y monstruoso queda oculto. No lo vemos nosotros y tampoco el muchacho desnudo que se acerca a rescatarla en una pequeña barca, sin saber que ese va a ser su final.
Una imagen vinculada a las sirenas que atraían a los marineros hacia las rocas, como nos relatan mitos tan famosos como el de La Odisea. Las sirenas tenían la mitad inferior del cuerpo como si fueran un monstruo marino, y la mitad superior era el de una bella mujer. Y desde luego aquí Sartorio nos representa una mujer sensual, de carnes pálidas, como si se hubiera medio ahogado en el mar. Aunque la vista cenital hace que podamos intuir bajo las aguas la amenaza del resto de su cuerpo.
Todo su atractivo, y también erotismo, le sirve para hace que venga a rescatarla el muchacho, cuya piel es mucho más oscura. En su cuerpo, el pintor nos demuestra su perfecto dominio de la anatomía en el arte, algo aprendido desde joven estudiando y copiando obras clásicas.
La representación transmite cierto suspense, aunque los espectadores sepamos el cruel desenlace de la escena. Al conocer lo peligrosas que son las sirenas, somos conscientes que el muchacho se está asomando a un abismo, a ese abismo verde al que hace mención el título.
Una representación muy de la época, en la que nos presenta el pecado, así como la dualidad entre hombre y mujer, uno mostrando el ímpetu mientras que la otra aguarda taimada a capturarla. Y es que las sirenas siempre se han representado como seres hermosos, pero también malignos, uno de los símbolos más reconocibles del concepto de mujer fatal.