La Venecia de Canaletto
Venecia ha dado muchos pintores a lo largo de su historia, artistas de la talla de Giorgone, Bellini o Tiepolo, e incluso gigantes de la Historia del Arte como Tiziano. Sin embargo, si hay un pintor cuyas obras se identifican de modo inmediato con esta ciudad italiana, ése es Canaletto, cuyo nombre real era Giovanni Antonio Canal. Este artista de estilo barroco nació en el año 1697 y murió en la misma ciudad de Venecia en el 1768.
Pese a la fama y el éxito que alcanzó en vida, pocos más datos de su biografía personal se conocen, salvo que no se casó ni tampoco tuvo descendencia. Lo que sí se sabe es que sus primeros pasos como artista los dio de la mano de su padre, a quién ayudó en su trabajo como creador de escenografías para representaciones de teatro y de ópera. Y fue en esos comienzos cuando adquirió el sentido teatral del arte que luego trasladaría a sus pinturas.
De hecho en sus obras de la ciudad de los canales, vemos sus puentes, las plazas, las iglesias o los festejos como un inmenso decorado urbano al aire libre. Tal vez por ello sus telas encantaban a los acaudalados viajeros europeos que recorrían Italia, un viaje en el que era parada obligatoria Venecia.
Allí, esos ricos aristócratas y burgueses adquirían los cuadros de Canaletto, quién planteaba vistas de la ciudad, que los viajeros, principalmente ingleses, compraban para llevárselas posteriormente a sus residencias. Por ello, hay muy poca obra de Canaletto en los museos y salas de exposiciones venecianas, y si en cambio muchos de sus cuadros los podemos contemplar en colecciones privadas y públicas británicas.
E incluso, el propio Canaletto viajó a Inglaterra atraído por su clientela, si bien acabó retornando a su querida Venecia. Allí siguió dedicándose a producir sus famosas vistas o vedutas. Un campo artístico en el que fue todo un especialista, como otros muchos pintores de la ciudad, como Francesco Guardi, que vieron en este tipo de trabajos todo un filón económico.
En el caso de Canaletto tenía un método de trabajo concreto para acometer este tipo de obras, generalmente de pequeño formato, ya que tenían que ser fácilmente transportables por su clientela.
Concretamente, primero hacía trabajo de campo. Es decir, acudía al lugar elegido que quería retratar y hacia variados bocetos con distintos encuadres. Ahí hasta usaba un ingenio óptico previo a la existencia de la fotografía, la cámara oscura por medio del cual podía tomar extraordinarios detalles del enclave urbano que luego trasladaría a sus lienzos.
Unos lienzos que no pintaba al aire libre, sino posteriormente en su taller, donde se recreaba con el color que le ha hecho famoso, unos colores basados en la típica atmósfera veneciana, luminosa a la vez que brumosa, que sin duda alguna forma parte de la imagen que cualquier viajero que llega a la ciudad se lleva en la retina. Seguramente saber captar el ambiente urbano y lumínico de la ciudad es lo que contribuyó a su enorme éxito durante su vida.