Venecia rinde homenaje a Neptuno de Tiépolo
Esta tela pintada al óleo por el artista italiano Giambattista Tiépolo entre los años 1748 y 1750 se conserva en el Palacio Ducal de Venecia, su ciudad natal.
La obra fue encargada a Tiépolo para ubicarse en la Sala de las Cuatro Puertas de dicho palacio, en un momento en el que el artista había adquirido su plena madurez artística y era muy bien considerado por sus contemporáneos.
La imagen se basa en una estructura en diagonal, algo bastante arriesgado en un formato tan apaisado como el que presenta el cuadro, ya que tiene 135 centímetros de alto por 275 de ancho. Un formato que viendo la producción pictórica de Tiépolo parece ser que era uno de sus predilectos.
Esa diagonal parece dirigirnos hacia la derecha en su sentido ascendente. Sin embargo, la mano de la personificación femenina de la ciudad de Venecia, nos indica la dirección contraria, ya que señala hacia la representación de Neptuno, el dios del mar.
Como es habitual en las obras mitológicas de este pintor de finales del Barroco, nos sorprende con sus dos formas de concebir el mito y la historia. Por un lado vemos a Neptuno desnudo y a Venecia ataviada con un rico manto de armiño. Son figuras que parecen ingrávidas, no poseen peso y podría pensarse que están flotando en el ambiente, algo que se debe a la ilusión que nos provoca la profundidad de la arquitectura donde las ubica.
Pero al mismo tiempo, la maestría de Tiépolo consigue dotarlas de verosimilitud, pese a su carácter de leyenda. Todo posee realidad en la imagen y sin embargo vemos una escena de tono mitológico. En ella, Venecia se muestra agradecida con Neptuno, ya que las enormes riquezas que posee la ciudad provienen del mar y de sus navegantes.
Por eso vemos a Venecia recostada, ricamente vestida, con su cetro en la mano izquierda. Esa mano la apoya sobre la cabeza de un león, el gran símbolo de la ciudad y de su poderío. Mientras que con la mano derecha nos lleva la mirada a Neptuno, o más concretamente, al cuerno repleto de monedas que le entrega. El cuerno de la abundancia.
Y el dios del mar, identificado por el tridente que tiene a su espalda, mira a la mujer y arroja las monedas relucientes que le ha ofrecido en símbolo de gratitud y homenaje. Unas monedas
brillantes y excelentemente pintadas por Tiépolo, con gran detalle. En realidad todos los elementos poseen una gran calidad en el detalle, algo que se manifiesta especialmente en los rostros. En el cuidado peinado de Venecia, o en las cejas y la barba blanca de Neptuno que contrastan con su agitada cabellera negra.
Sin olvidar el dominio para el color que poseía este artista. Por ejemplo es de admirar el tono azul del cielo que es a la vez real y fantástico. Y la máxima expresión de su maestría del color y del detalle se aprecia en la vestimenta de Venecia, donde se ve su preciosismo en los brocados o los tonos anaranjados y dorados del forro de la capa que combinan a la perfección con las pinceladas blancas y azules del pelaje del manto de armiño.