Las familias Milbanke y Melbourne de Stubbs
George Stubbs (1724 – 1806) es un pintor no demasiado conocido fuera del Reino Unido, pero allí es toda una institución gracias a obras como esta o su famoso retrato del caballo Whistlejacket, ambos cuadros conservados como tesoros en la National Gallery de Londres.
Stubbs nació en la ciudad de Liverpool en una familia que nada tenía que ver con el mundo del arte, ya que su padre ejercía el oficio de curtidor de pieles, precisamente para objetos vinculados con la monta de caballos y las cacerías. Quizás de ahí le vino ese gusto por el detalle y más tarde afloraría su pasión por la pintura, lo que le llevó a estudiar anatomía, con la intención de poder diseccionar caballos para conocerlos y pintarlos mejor.
También hizo el preceptivo viaje a Roma a mediados del siglo XVIII, y curiosamente aunque los artista viajaban allí para descubrir el arte antiguo y luego saber volcar ese saber en cuadros de historia, lo cierto es que de Stubbs quedó fascinado por una escultura en la que un león ataca a un caballo. Es decir, que sentía verdadera pasión por los caballos y son muchos los cuadros suyos en los que aparecen.
También este lienzo de tono aristocrático. Si bien aquí también se plasma su idea de pintar las cosas tal y como las veía, sin adular, ni tampoco burlarse. Él buscaba pintar la realidad. Ese es su sello distintivo.
La obra es un retrato grupal muy del gusto del momento. De hecho eran muy habituales este tipo de escenas donde varios personajes aparecían charlando. Sin embargo, Stubbs olvida de presentarlos hablando entre sí. Entre otras cosas porque los personajes posaron para él de forma separada, algo lógico teniendo en cuenta que en principio la familia Milbanke consideraba a sir Peniston Lamb, futuro vizconde de Melbourne como un advenedizo en la clase alta, y no tenían muy claro que finalmente se casara con la joven Elizabeth Milbanke. De hecho, en el retrato, que se hizo una vez casados, nos presenta al matrimonio separado. Por un lado la mujer con su padre en el carruaje, y por otro su esposo entrando en la escena a caballo. Y en el centro otro miembro de la familia Milbanke. Una composición de lo más curiosa, tanto que hasta el perro situado en la esquina inferior derecha observa con atención y expectativa.
Con todos esos personajes el artista ha creado un friso continuo, con un exquisito cuidado a la hora de pintar todos y cada uno de los detalles, desde los rostros que son verdaderos retrato físicos y psicológicos al ropaje o los arreos de las cabalgaduras. Y como fondo se ha inventado un paisaje natural que le aporta la atmósfera oportuna y de moda en la época.