Lord John y Lord Bernard Stuart de Van Dyck
En esta ocasión el pintor de origen flamenco Anton Van Dyck pintó a los hermanos Stuart, los dos aristócratas primos del rey Carlos I, al cual retrató varias veces el artista ya que era su pintor de cámara.
Es una obra de 1638, y es un buen ejemplo del tipo de retrato doble que tanto desarrolló Van Dyck en la corte británica. Unos retratos que no siempre eran de matrimonio o familiares, sino que en muchos casos eran dos amigos, ya que la idea de la amistad era muy importante en este tipo de imágenes.
Si bien en este caso, nos presenta a los dos hermanos antes de un viaje que iban a emprender por Europa. Lo cual es un dato que si se conoce le aporta más intensidad al cuadro, y un valor de despedida. Además de que murieron pocos años más tarde.
El hermano más joven es el que está subiendo el escalón y se gira en una complicada postura para mirarnos a los espectadores. Una mirada sin duda muy altiva, y propia de su clase social. Mientras que su hermano, Lord John, está como abstraído y su pose más relajada y elegante nos trasmite un carácter más modesto. Aunque en cambio las crónicas nos cuentan que los caracteres de ambos eran precisamente al contrario. Lord John era de naturaleza colérica, mientras que su hermano menor era mucho más gentil.
En cambio, usar esas dos posturas y los gestos es una forma muy inteligente de hacer una comparación psicológica entre ambos personajes. Además que le aporta dinamismo a un género como el retrato, de naturaleza bastante estática.
Incluso esa comparación se manifiesta en los colores de los ampulosos ropajes plagados de lazos y ornamentos. Así que con los ocres de Lord John y los azules y grises de Lord Bernard anima la escena. Y si vemos los rostros, se aprecian todos los rasgos propios de la familia Stuart que aparecen en otros cuadros de la época. Son unas caras en las que destaca tanto la nariz grande, como la barbilla afilada, mientras que su tez es de un tono muy claro y los ojos pequeños.
Son tan parecidos entre sí que la postura que ha elegido Van Dyck nos puede dar la idea que son el reflejo el uno del otro.
Y más allá de la composición, también hay que admirar la maestría pictórica de uno de los más grandes retratistas de todo el arte Barroco europeo. Esa maestría sobre todo se manifiesta en las ropas. En ella se puede apreciar la calidad del satén, la delicadeza de los bordados o el vigor del cuero de las botas.
En definitiva, estamos ante una obra de enorme calidad que en la actualidad se expone en la National Gallery de Londres.