Los bebedores de absenta, Degas
Los bebedores de absenta o El ajenjo, es una obra pictórica realizada en torno a 1876 por el artista impresionista Edgar Degas. La obra fue realizada en óleo sobre lienzo y tan sólo mide unos 92 cm de alto y 70 de ancho; está ambientada en un conocido café de Paris, El café de la Nueva Atenas.
La obra expuesta en el Salón impresionista de 1876 fue duramente criticada, tachándola de marginal y sucia. En el 92 Degas expuso la pieza en una segunda exposición corriendo la misma suerte, tampoco se libró de las críticas en la exposición londinense del 93 donde fue tildada de degenerada y grosera.
En la obra aparecen dos personajes sentados en el interior del café, con un claro estado de embriaguez. La mujer es una conocida actriz de la época Ellen Andreé y el hombre un famoso artista y grabador Marcellin Desboutin que era amigo de Degas. Ambos están ausentes, ensimismados, sin establecer ningún tipo de diálogo. Delante de la joven aparece una copa con absenta, una bebida muy popular en la época que producía gran embriaguez y adormecimiento, y que da lugar al nombre del cuadro. Mientras a su lado el artista Desboutin mira el café fumando su pipa.
Degas no solo hace alusión al estado de los personajes, alejada de los clásicos motivos impresionistas de alegría y bienestar, alude a la marginación y aislamiento de ciertos ambientes parisinos.
Los personajes aparecen arrinconados en la esquina izquierda del cuadro cobrando especial importancia la composición y perspectiva del mismo. A través de la disposición de las mesas el artista impresionista establece una perspectiva oblicua, como ya había hecho en otras obras anteriores como Clase de danza. Son también las mismas mesas de mármol las que disponen un punto de fuga desplazado. Degas influenciado fuertemente por la fotografía y sobre todo por las artes escénicas gusta de extraños enfoques que arrinconan a los personajes, los cortan por la mitad… no obstante, la composición de sus cuadros no es en absoluto descuidada sino que tiene una trama muy trabajada. El espacio del café se hace protagonista en la obra de Degas, el espectador está obligado a recorrer el espacio hasta llegar a las figuras de los dos persones, incluso estos aparecen secuenciados, uno al lado del otro nuestra mirada se detiene primero en la mujer y después en el caballero.
La pincelada es rápida y diluida ausente de detallismo, en este sentido merece nuestra atención el vestido de la mujer que trabajado con rápidas pinceladas apenas aparece abocetado. La paleta cromática es fría y ligeramente enturbiada, grises, azules… la nota de color destaca en el amarillo de la vestimenta de la joven. El negro, no es utilizado en las sombras pero sí en el traje del caballero.
Tras los personajes su figura aparece desdibujada en el espejo que hay tras ellos. Su reflejo es distorsionado, apenas discernibles; es en cierto modo el reflejo de su personalidad, seres apagados que deambulan por las calles parisinas sin pasar apenas percibidos.