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Aux Ambassadeurs de Degas

Publicado por A. Cerra

Aux Ambassadeurs de Degas

Entre los diferentes temas en los que se sumergió la obra de Edgar Degas también se incluye el retrato de la vida nocturna de París, a la cual dedicó diversas obras. Entre ellas, este pequeño cuadro (37 x 27 cm) pintado entre los años 1876 y 1877 con la técnica del pastel sobre papel con monotipo. Una obra delicada y exquisita que se salvaguarda en el Museo de Bellas Artes de Lyon.

La obra se ambienta en uno de los cafés cantantes más míticos de la noche parisina en aquella época: Ambassadeurs, un local en el que se inspiraron otros artistas o gente como Henri Toulouse Lautrec llegó a hacer alguno de sus carteles publicitarios como este.

El cuadro de Degas es un buen ejemplo de la absoluta libertad con la que llegó a pintar. Si en muchas de sus obras relacionadas con el ballet, busca el dinamismo y la fluidez de los personajes sobre el espacio. Aquí no. Es una composición tremendamente original, con la visión oblicua del escenario desde un palco. Un fabulosa excusa para investigar sobre los colores, las luces y sus relaciones.

Vemos el público y los músicos de la orquesta, abajo en primer plano, en penumbra y pintados a base de trazos vivaces. Por cierto vuelve a aparecer el nombre de Toulouse Lautrec, ya que el protagonismo de ese mástil de contrabajo se puede relacionar con su famoso cartel de Jane Avril.

Y sobre ello la cantante en el centro. Pintada de rojo fuerte, un tono que también “canta” sobre el fondo claro del telón, el azul de la figura de la derecha y los vestidos de otras artistas más alejadas. Es decir, los colores primarios de rojo, azul y amarillo están sobre el escenario.

Los estudiosos de Degas han visto que para esta obra uso una técnica especial. Lo primero que hizo fue esbozar el dibujo en monotipo y luego lo realzó todo con los pasteles, consiguiendo un contraste increíble. Ese monotipo lo hacía aplicando tintas para dibujar sobre una plancha metálica. Algo que luego estampaba en una única copia sobre una hoja húmeda. La cual ya estampada y seca era pintada, en esta ocasión con pinturas pastel.

Es decir que de alguna forma todo en este pequeño papel es experimientación, tanto técnica como creativa, una obra de una calidad suprema especialmente por el rotundo protagonismo de esa mujer vestida de rojo vivo y dominando todo el contraluz con una enorme vigor y aplomo. Un tipo de representación distinta a las livianas figuras de las bailarinas, pero que nos demuestra la maestría incuestionable de Degas, un pintor impresionista mucho más versátil de lo que en ocasiones se piensa.