Las planchadoras de Degas
Siguiendo su modo de trabajo, Edgar Degas elegía temas para sus pinturas y realizaba series más o menos largas. Las más famosas son sus obras en las que se centra en el ballet y sus ensayos, pero hay otros ámbitos que fueron objeto de un seguimiento pictórico como pueden ser sus obras de caballos o los desnudos femeninos en el baño.
Pero a partir del año 1880 se centró en un tema aparentemente poco atractivo para la pintura, como eran las figuras de planchadoras. Una temática a la que dedicó varios cuadros, entre ellas esta tela pintada al óleo en el año 1884 y que en la actualidad se expone en el Museo de Orsay de París.
¿Por qué este tema? Según algunos historiadores del arte, se correspondería con un momento en el que el pintor quiere apegarse más a la realidad y la sociedad de su tiempo, alejándose así un tanto de un mundo tan irreal como el de la danza. Además el tema de las planchadoras, lo fue combinando con sus obras dedicadas a las modistas.
Si bien, hay otros historiadores, que no hay un mayor interés de denuncia que en otras obras anteriores de Degas, y simplemente le interesan ese tipo de escenas por el vapor, las posturas de las mujeres o las masas de color que le proporciona la representación de las prendas sobre la mesa de planchar o tendidas. Y todas esas cuestiones, al tratarlas en serie le dan juego para ir plasmando diferentes variaciones desde un punto de vista dinámico, cromático o espacial.
En este caso vemos una pareja de mujeres, de las cuales una está en plena faena de planchar, mientras que a la otra la ha pintado durante un instante de descanso, en el que la mujer bosteza y se despereza sin ningún tipo de rubor.
Opta por una composición muy simple, donde el primer plano está ocupado por la tabla de planchar dispuesta en una perspectiva oblicua, de modo que se crea una base que es un gran triángulo de color blanco sobre el cual destacan las dos mujeres con colores contrastados. Además, para que protagonicen visualmente la escena esas dos planchadoras, también ayuda el fondo y la estufa que enmarca la escena.
Lo más interesante sería el color que emplea, logrado a partir de la búsqueda de nuevos empastes, que alcanzan una fusión óptica muy interesante para crear masas como el blanco de la prenda de la tabla de planchar, el rosa y el azul de los vestidos, o la textura del fondo, en el que se aprecian sus pinceladas en seco, que incluso llegan a plantear un juego con el tono del entramado de la propia tela.
Ese interés por el juego de colores sería muy del gusto impresionista, como el tipo de composición, sin embargo al mismo tiempo siluetea las figuras, mientras que el carácter de la anécdota que pinta, lo emparentaría con el arte más realista. Y es que Degas es un pintor impresionista, pero otras muchas cosas a la vez.