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En el despacho del algodón de Nueva Orleans de Degas

Publicado por A. Cerra
En el despacho de algodón en Nueva Orleans de Degas

En el despacho de algodón en Nueva Orleans de Degas

Este lienzo pintado al óleo lo realizó Edgar Degas en el año 1873 durante su estancia en Estados Unidos. Hasta donde viajó junto a su hermano René para visitar a parte de su familia allí afincada, entre ellos su hermano Achille. Pero la obra no se quedó en Norteamérica, sino que en la actualidad forma parte de la colección del museo de Bellas Artes de Pau, una pequeña localidad situada al sur de Francia.

De hecho, el cuadro es una especie de retrato de familia. Vemos en primer plano a su tío Michel Musson, a la derecha al cajero, en el centro fumando y leyendo a su hermano René, y a su otro hermano Achille apoyado en la ventana.

Un retrato familiar pero en un ambiente diferente. Disponiendo a cada personaje de un modo que se podría calificar como cinematográfico. Para ello, Degas construye la obra a partir de una serie de rectángulos decrecientes, los planos, que se ajustan perfectamente a la sucesión de figuras en la profundidad.

Al mismo tiempo, cada detalle que nos muestra lo describe y plasma de forma minuciosa, y cada personaje de la escena se mueve en su propio espacio. Y otro elemento muy importante para la construcción de la escena es el empleo básico de tres tonos: blancos, ocres y negros. El blanco usado para las camisas, el algodón o la forma destacada del periódico que lee René en el centro del cuadro. Los ocres para las paredes y el suelo del despacho de algodón. Y los negros, y también marrones muy oscuros, para los trajes y los sombreros de los personajes.

El resultado es de una atmósfera densa, pero en la que al mismo tiempo se pueden descubrir las características fisionómicas y psicológicas de los personajes retratados.

No hay que olvidar donde está hecho el cuadro. Y es que el viaje de Degas a Estados Unidos, supuso que de alguna forma se viera influido por el arte realista norteamericano del momento. Lo cierto es que la tela tiene mucho de la naturalidad fotográfica, por la exactitud, por la claridad y cierto tono un tanto impersonal. Además a este carácter fotográfico contribuye el encuadre y la espontaneidad para elegir el momento y la actitud de los retratados. Hay que tener en cuenta, que por aquel entonces la fotografía era un arte en ciernes, que captó la atención de creadores de otras disciplinas artísticas, especialmente de los pintores.

Si bien, parece lógico que los personajes no posaran en ese centro de trabajo durante horas, y es más normal pensar que en realidad Degas hizo apuntes, para luego compusiera la imagen.

Se trata de una obra bastante singular dentro de la amplia producción de Degas, con figuras perfectamente definidas y ubicadas dentro de una rigurosa perspectiva. Y aunque podría haber seguido pintando manteniendo algunos de los valores de esta obra, lo cierto es que cuando regresó a su Francia natal, su pintura derivó por otros caminos. Casi siempre protagonizados por el movimiento de las bailarinas de ballet, y la agitación y las atmósferas cargadas de los café cantante del París de la época.